Poco antes de las 8:00 horas, la mayoría ha ingresado a la escuela. Los gritos y las risas solamente son silenciados por el ruido de los camiones, los autos y todo tipo de vehículos de motor que transitan por la calzada Francisco I. Madero.
Es el regreso a las clases después de las vacaciones de invierno y para muchos es el reencuentro con sus amigos. Para otros tantos es recuperar el hábito de levantarse a tiempo de la cama, de ponerse el uniforme y revisar o confirmar que todo vaya en la mochila. Unos más aún resienten la separación de sus mamás, las que abarrotan principalmente el exterior de la reja metálica en la escuela primaria Héroe de Nacozari en la calzada Madero, ciudad de Oaxaca.
El tráfico ha empeorado desde hace hora y media en la ciudad, aunque parece que pronto las calles estarán despejadas.
El sol deja caer sus rayos en el negro metal de la puerta, pero la mañana sigue siendo un tanto fría. A unos metros, en la entrada del Oxxo, un grupo de migrantes centroamericanos descansa y pide un poco de ayuda monetaria. Los adultos aguardan por el camión en las paradas cercanas: la de la antigua estación del Ferrocarril o la que está a un lado de la primaria.
Hoy no se ven filas de derechohabientes sobre las banquetas sino mamás, abuelas o tías en quienes sigue recayendo la responsabilidad de los hijos. Algunos padres también se ven, aunque pocos.
̶ Ahorita van a regresar como Día de Reyes, van a partir la rosca, ̶ cuenta Fanny, quien ha salido “con tiempo para evitar las carreras”.
El timbre suena y los gritos se hacen más fuertes. Todos los pequeños corren para tomar su lugar en la cancha. Los poco más de 10 tutores se aferran a la reja para dar las últimas indicaciones.
En el parque cercano, también nombrado Madero, un padre y su hijo descansan. El adulto habla por el celular y el menor de uniforme parece resignado con la mochila en la espalda. Adentro de la escuela transcurren los honores a la bandera.
No, aquí no hay tolerancia”, confiesa una madre mientras se aleja con su hija por el otro lado de la calzada. “Pero a ella no la dejaron entrar porque olvidó su credencial, mis otras dos hijas sí entraron”, aclara Lizbeth, la mamá de la niña que cursa el cuarto grado.
A unos kilómetros de la primaria Héroe de Nacozari, algo similar le iba a pasar a un niño, un pequeño que parece estar en el primer grado. Es la primaria Benito Juárez, en el centro histórico, y el pequeño se aproxima a la puerta sin el gafete puesto, pero alistándose para pasar por el filtro anti covid.
̶ ¿Y tú gafete? ̶ le pregunta la docente.
̶ Ahí va ̶ responde el menor señalando su mochila.
Poco antes su madre lo ha dejado a unos metros de la institución para retirarse presurosa.
La maestra, duda del menor, pero termina accediendo.
̶ Bueno, pues, pásale.
Cerca de las 8:20 el personal de la clínica 38 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) pasa junto a la primaria Héroe de Nacozari para dirigirse al parque Madero y continuar su jornada de vacunación.
8:25 y los papás y mamás, principalmente, se quedan en la puerta de la escuela hasta que concluye el acto cívico.
Los motores de los autos suenan cada tanto y parecen disminuir su volumen cuando les toca el semáforo en rojo.
Han sido tres semanas de vacaciones y aun con el frío miles han regresado a las aulas para seguir aprendiendo, lo que más esperan sus padres en lo que resta del ciclo escolar 2023-2024.
Quizá con menos frío que en la capital o poco más si se trata de las comunidades serranas, 766 mil 259 estudiantes han vuelto a clases este 8 de enero, en más de 11 mil 300 planteles educativos de preescolar, primaria y secundaria en la entidad, en el sector público o en el privado.