Este Hospital fue fundado alrededor del año 1560, en la actual primera calle de J. P. García de la ciudad de Oaxaca. Diez años después, Fray Bernardo Acuña de Alburquerque, segundo obispo de Antequera (1555-1577), construyó el Templo de San Cosme y San Damián, el cual originalmente era un oratorio anexo al hospital, que se dañó con los sismos de la época y en 1610 fue reconstruido con mampostería. Las instalaciones fueron asignadas en 1613 a la Orden de San Hipólito (monjes hipólitos) – fundada por Fray Bernardino Álvarez y dedicada a labores hospitalarias – siendo su primer director, denominado “Hermano Mayor”, Fray Andrés Gutiérrez.
El hospital funcionaba regularmente con 50 camas, aunque en tiempos de epidemias, como las de cocolixtle (1576-1579 y 1591-95) o terremotos (1603 y 1604), podía albergar hasta 400 enfermos. Tenía una sección general para hombres y otra para mujeres y estaba atendido por personal a sueldo, aunque era administrado por religiosos. Inicialmente fue financiado por la curia diocesana y posteriormente estuvo bajo la protección y asignación de los diezmos del Rey, por lo cual fue conocido como Hospital Real.
Los obispos de Oaxaca, considerándolo obra del Episcopado, mostraron preocupación e interés en sus servicios, entre ellos don Alonso de Cuevas y Dávalos (1658-1664), don Diego Felipe Gómez de Angulo (1745-1752), quien reparó el hospital y puso especial interés en la calidad de los alimentos para los pacientes, y don D. Buenaventura Blanco y Helguero (1754-1764), quien abrió dos nuevas enfermerías e hizo traer de España una botica con medicamentos e instrumental para el servicio del hospital, con un costo de mil cuatrocientos pesos.
Con la llegada de los monjes hipólitos al hospital mejoraron los servicios clínicos, sin embargo, la colecta de recursos y el mantenimiento de las instalaciones no fue una actividad relevante para ellos y el hospital entró en un gran deterioro físico, con cuarteaduras, humedades y hundimientos, de tal modo que el maestro de arquitectura Bernardo de Navas y los maestros alarifes Marcos Alexandro, Esteban Fernández y Pablo Victoriano, convocados para emitir sus opiniones, de forma unánime recomendaron derribar lo existente y hacer una nueva construcción.
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Los hipólitos abandonaron el hospital en el año 1713 y éste volvió a depender, como en su fundación, del cabildo eclesiástico. Entre 1745 y 1752 el templo y hospital fueron reparados, este último casi en su totalidad, sin embargo, los daños producidos por los sismos eran recurrentes y los presupuestos seguían siendo insuficientes.
Don Gregorio de Ortigosa, ante la deplorable situación del hospital en 1776, pidió autorización al Rey para fusionar los tres hospitales (y sus presupuestos) existentes en la ciudad, en el hospital de San Cosme y San Damián, pero su propuesta no se llevó a cabo y los tres hospitales siguieron su existencia de forma independiente. Las condiciones económicas por las que atravesó el hospital en los años subsecuentes continuaron siendo precarias y con carencias graves que repercutieron negativamente en los servicios prestados a la población.
El 1º de septiembre de 1849, el Lic. Benito Juárez, gobernador del Estado de Oaxaca, se dirigió al obispo de la Diócesis de Oaxaca, manifestándole que “los tres hospitales que… existen aún, se han reducido casi a la nada, participando de la calamidad general. Su esplendor se ha eclipsado, sus rentas se han desmoronado…” y le propuso reunir los capitales destinados a los tres en uno sólo, conservando las prerrogativas del clero y ofreciendo ayuda del gobierno para el “mejor arreglo y servicio de la casa”.
En respuesta a esta solicitud, en 1849-50 los hospitales de San Juan de Dios y de San Cosme y San Damián se fusionaron, quedando ambos en éste último, con un capellán administrador. Los escasos pacientes del hospital de San Juan de Dios, principalmente enfermos de lepra, fueron reubicados en un “lazareto” provisional; sin embargo, unos años más tarde, el hospital de San Cosme y San Damián cerró sus puertas por falta de recursos.
Como consecuencia de la Ley de desamortización de los bienes del clero, publicada en 1856, el hospital fue clausurado y sus bienes fueron vendidos a particulares en 1860 y hoy, el inmueble remodelado, alberga las oficinas de la Secretaría de Salud del Estado de Oaxaca.
Héctor Eloy Álvarez Martínez
Corresponsalía Ing. Alberto Bustamante Vasconcelos