La ideología hegemónica de la cultura occidental, que es la que prevalece en gran parte del planeta en los últimos cinco siglos, tiene a la guerra, como la esencia del ser humano y del Estado. Los occidentales asumen la guerra como una condición esencial del ser humano y de los pueblos. Desde luego que eso es falso, porque la guerra es la más espantosa y deshumanizada actividad de los seres humanos y de los pueblos, aunque valdría aclarar que han existido diferentes tipos de guerra, nada parecido a lo que está haciendo actualmente los sionistas judíos en Palestina.
El más antiguo imperio guerrero y su jefe en la historia de la humanidad ha sido los mongoles y Gengis Kan, que llegó a dominar a los pueblos desde el Océano Pacífico hasta Roma. Sin embargo, como hemos dichos, las razones y los métodos de las guerras han sido diferentes y variados.
En 1942, se cuenta que un antropólogo europeo, que investigaba a los caníbales de África, les preguntó por qué se comían a sus enemigos. Los guerreros dijeron que eso no era verdad, que ellos no se comían a sus enemigos, solo comían ciertas partes de su cuerpo donde estaba su fuerza y su valor. Pero, del mismo modo, el caníbal le preguntó que si era cierto que, en Europa, en esos momentos, se estaban matando a cientos de miles de personas, y el antropólogo le dijo que era cierto. Entonces el africano preguntó de acuerdo a su lógica cultural, “y se comen las partes de sus enemigos”, y horrorizado el europeo expreso que no. Y el africano preguntó al europeo, “entonces, para qué los matan”.
En general, las guerras son motivadas por la extensión de poder, hombres a su servicio y cargas tributarias. Las guerras de exterminio como lo que sucede en estos momentos en Palestina, son excepcionales. Los anglosajones que fundaron Estados Unidos y Canadá, pretendieron exterminar a sus habitantes ancestrales. Los invasores de un país, no exterminarán a los seres humanos que les servirán. En general, las guerras son para tener esclavos, cargas tributarias y depredar los recursos naturales de los derrotados.
Para el Cem Anáhuac, que se extendió desde lo que hoy es Canadá hasta la Tierra del Fuego, en dos grandes versiones, la del Tawantinsuyu y la del Anáhuac, en su momento de esplendor, nunca usaron la fuerza militar para extender sus dominios. Existen estudios sobre el tema del arqueólogo Ignacio Bernal, donde se pregunta, cómo fue posible la existencia de una influencia tan grande en todo el Anáhuac por parte de Teotihuacan, sin la intervención de una fuerza militar o una religión con pretensiones universales. Bernal afirma que, en el mundo Occidental, siempre fue de esa manera.
En efecto, debemos de tomar en cuenta varios elementos para hablar sobre la guerra en el Anáhuac. Primero, que estamos frente a una de las seis civilizaciones más antiguas del planeta con más de diez mil años de existencia continua hasta nuestros días. Segundo, que existieron cuatro periodos caracterizados por un especto formativo llamado Periodo Preclásico con varios miles de años de duración, con la cultura olmeca como referente.
El Periodo Clásico o del esplendor, con más de mil años de duración, caracterizado por la cultura teotihuacana, un Periodo Postclásico o de la decadencia, de un poco más de seis siglos representado por la cultura mexica, quien tuvo una duración de 196 años, desde la fundación de Tenochtitlan en 1325 y su destrucción en 1521. Y el periodo colonial de 300 años por el imperio español y los últimos 200 años por la ideología criolla del periodo neocolonial y su invento llamado el México Imaginario.
El dato fundamental, para comprender la visión militar que tuvieron los anahuacas a lo largo de miles de años fue que nunca inventaron armas. Las mismas armas que recibieron de la época de las cavernas, el arco y las flechas, la lanza, el escudo, la honda y el macuahuitl, fueron las que se usaron para defenderse de la invasión europea.
Otro elemento importante es que, aún en los tiempos de la decadencia, en las guerras de los anahuacas estaba prohibido matar al adversario, en las guerras se tomaban prisioneros para hacerlos esclavos y en los códices, estos se ven de rodillas y sus captores sujetándolos del cabello. La esclavitud en el Anáhuac es otro tema, pues no fue como la europea o como la describen los historiadores hispanistas. Los esclavos podían comprar o ganar su libertad y los libertos podían venderse como esclavos, no era una condición definitiva.
Educar para el futuro con la sabiduría del pasado.