La arterioesclerosis es una enfermedad de las arterias que genera una acumulación de colesterol en sus paredes. Como consecuencia, los vasos sanguíneos se vuelven rígidos y su calibre se va reduciendo, aumentando el riesgo de obstrucción.
Esta enfermedad es la causa de los infartos de miocardio y de los accidentes cerebrovasculares. Por esta razón es tan importante cuidar las arterias. Para ello, debemos evitar todos los factores de riesgo posibles como:
- Obesidad.
- Colesterol alto.
- Sedentarismo.
- Fumar.
Se trata de una patología que se desarrolla lentamente, pudiendo empezar en edades tempranas e ir progresando. No cursa con síntomas, por lo que es difícil saber si se padece. Solamente se puede detectar mediante analítica o cuando se desencadena una enfermedad consecuente.
Por otro lado, a pesar de ser una enfermedad más típica en los países desarrollados (es la primera causa de muerte), también se está posicionando en las principales causas de mortalidad en los países en desarrollo. Además, los hombres son más propensos a padecerla que las mujeres.
¿Cuál es el proceso de desarrollo de la arterioesclerosis?
La acumulación de grasas en los vasos sanguíneos se produce de forma progresiva hasta dar las lesiones del ateroma.
Esta alteración se produce cuando los lípidos, como el colesterol y los triglicéridos, se van depositando en las paredes de las arterias. También se acumulan células inflamatorias procedentes de la sangre que se las conoce como leucocitos.
Al acumularse estas sustancias en las paredes arteriales, las células que la componen se desorganizan y pueden llegar a producir lo que se conoce como una lesión ateromatosa. Cuando la lesión avanza es cuando los cristales de colesterol aparecen, así como los depósitos de calcio.
En algunos casos las lesiones ateromatosas se rompen y se forma un trombo, que puede obstruir la arteria provocando un infarto al interrumpir el paso de sangre.
Síntomas de la arterioesclerosis
Como hemos mencionado, se trata de una enfermedad que no cursa con síntomas o signos, por ello es muy peligrosa.
Los síntomas aparecen cuando la arterioesclerosis está muy avanzada y la sangre tiene dificultades para llegar a los diferentes órganos y tejidos.
Los síntomas de la arterioesclerosis moderada a grave dependen de qué arterias están afectadas. Algunos ejemplos son:
- Arterias coronarias: estos pacientes pueden sentir dolor en el pecho o presión. Son signos típicos de una angina de pecho.
- Arterias cerebrales: los pacientes padecen signos y síntomas de debilidad repentina en las extremidades, así como dificultad en el habla y pérdida temporal de la visión en un ojo o caída de los músculos de la cara. Este conjunto de síntomas son indicadores de un posible accidente isquémico transitorio que, si no se trata adecuadamente, puede llegar a convertirse en un accidente cerebrovascular.
- Arterias de las extremidades: en estos casos las personas afectadas pueden sentir, por ejemplo, dolor en las piernas al caminar.
- Arterias renales: la arterioesclerosis de estas arterias produce como consecuencia un aumento de la presión arterial o insuficiencia renal.
Tratamiento
Para tratar la arterioesclerosis el especialista indicará un tratamiento acorde a cada persona, ya que éste va a variar en función del paciente (edad, estado de salud, localización de la lesión, etc).
Sin embargo, hay una serie de medidas generales que se suelen aplicar a todos los pacientes. En primer lugar, se recomienda cambiar algunos hábitos del paciente como la dieta con el fin de disminuir los niveles de colesterol, abandonar el tabaco en el caso que fume y aumentar el ejercicio físico.
En segundo lugar y en los casos necesarios, se administrará un tratamiento farmacológico basado en medicamentos anticoagulantes con el fin de prevenir la formación de coágulos.
También se suele recurrir al uso de fármacos antiagregantes plaquetarios que, como su nombre indica, son útiles para reducir la capacidad de adhesión de las plaquetas. Otros fármacos utilizados para el tratamiento de la arterioesclerosis son aquellos que sirven para reducir la presión arterial y los niveles de colesterol.
En tercer lugar, a veces se tiene que recurrir a un tratamiento quirúrgico. Existen dos técnicas quirúrgicas:
Angioplastia: el objetivo es abrir las arterias obstruidas.
Bypass de la arteria coronaria: es la técnica que se utiliza en los pacientes que padecen una angina de pecho.
Finalmente, la arterioesclerosis es una de las principales enfermedades evitables y prevenibles. Los estilos de vida juegan un papel esencial en su desarrollo por lo que, realizar ejercicio físico habitualmente, una dieta sana y equilibrada y alejarnos de malos hábitos es la mejor forma de reducirla.