A pesar de que la banca comercial es un pilar fundamental de la economía, pues facilita transacciones, otorga créditos y resguarda los ahorros de millones de personas, su trato a los clientes deja mucho que desear, pues de la atención afable y esmerada solo queda el recuerdo.
A pesar de las grandes inversiones en tecnología y la digitalización de procesos en las instituciones bancarias, los usuarios continúan enfrentando largas esperas, atención deficiente y soluciones ineficaces a sus problemas.
Tal caso se vive en todas las instituciones bancarias, entre ellas, BBVA Bancomer, Banamex, Santander, HSBC, y muchos más en la capital del estado, pero también en ciudades del interior del estado y centros turísticos, como Puerto Escondido y Huatulco.
Uno de los principales problemas es la burocracia excesiva, ya que para realizar trámites simples, como la apertura de una cuenta o la solicitud de un crédito, los clientes deben presentar innumerables documentos y cumplir con procesos engorrosos. Esto se agrava con la falta de claridad en los requisitos, lo que provoca que muchas personas acudan a la sucursal más de una vez para completar un solo trámite.
Además, la atención en sucursales es notoriamente deficiente. Es común encontrar filas interminables, cajeros insuficientes y empleados poco capacitados para resolver dudas. Los tiempos de espera son exasperantes, y en muchos casos, los clientes deben regresar en otro horario o incluso en otro día para recibir atención.
El servicio telefónico tampoco es una alternativa viable. Los bancos han implementado sistemas automatizados que, en lugar de facilitar la atención, generan frustración.
Los clientes pasan largos minutos navegando por menús interminables sin encontrar la opción que necesitan. Si logran comunicarse con un asesor, suelen enfrentar respuestas genéricas o falta de soluciones concretas.
Las plataformas digitales, que deberían mejorar la experiencia del usuario, presentan fallas constantes, no funcionan correctamente, transacciones que no se reflejan a tiempo y sistemas de seguridad excesivamente restrictivos complican aún más la relación del usuario con su banco.