Exhorta exdirector fundador iniciar el rescate del CIMO
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Exhorta exdirector fundador iniciar el rescate del CIMO

Fue la adscripción de la institución a la Seculta en 2005, lo que derivó en su decadencia


Foto: Lisbeth Mejía Reyes / Jorge Mejía, director fundador del CIMO, con su esposa, María Elena Ortega.
Foto: Lisbeth Mejía Reyes / Jorge Mejía, director fundador del CIMO, con su esposa, María Elena Ortega.

Los problemas del Centro de Iniciación Musical de Oaxaca (CIMO) se agudizaron desde el año 2005, cuando este pasó a manos de la Secretaría de las Culturas y Artes de Oaxaca (Seculta), señala el director fundador de esta escuela, Jorge Mejía Torres, quien llama a músicos egresados y sociedad a rescatarlo.

El CIMO atraviesa nuevamente una crisis, ahora por los precarios salarios a sus docentes y la falta de seguridad al alumnado que asiste a la calle de Crespo 909, en lo que fue un basurero y donde una falla geológica advertida desde hace 20 años no fue considerada en su construcción.

Junto a su esposa María Elena Ortega, el músico e investigador oaxaqueño ideó este centro desde 1986. El CIMO se concretó en 1988 con las primeras clases en la Casa de Cortés (sede del Museo Contemporáneo de Oaxaca) y con apoyo de alemanes y austriacos radicados en México, así como del gobierno estatal. Ante la nueva crisis, Mejía considera que la descentralización del ente y la creación de un patronato son necesarios para rescatarlo.

Pero este patronato, aclara, debe de ser de la sociedad civil conocedora de las necesidades musicales y administrativas de un lugar como este. Aunado a ello, y al recordar que el inmueble construido con 118 millones de pesos en el gobierno de Gabino Cué está en un terreno irregular, Mejía pide que expertos de instituciones educativas analicen nuevamente el sitio para asegurar o descartar riesgos en él.

Sin embargo, quien desde 1988 y hasta el año 2010 estuvo al frente del CIMO y cuyos alumnos incluso tocaron junto al tenor Plácido Domingo, recuerda que en los años 90 el gobierno estatal consideró al ex convento del Carmen Alto como sede definitiva de esta institución, donde ahora opera el Centro Gastronómico de Oaxaca.

 

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Luego de iniciar en la Casa de Cortés en 1988, las y los alumnos y docentes del CIMO tomaron clases en el ex convento del Carmen Alto, posteriormente en inmuebles rentados en la calle García Vigil y luego en la calle Crespo 909. Pero hasta el año 2004 su gestión fue la de un organismo descentralizado cuyos alumnos cosecharon después grandes carreras, tanto como estudiantes que siguieron su camino en otras instituciones del país o formaron bandas en sus comunidades.

De aquel semillero de artistas y personas cuya educación estuvo enfocada en la música sinfónica, Mejía recuerda que el CIMO siempre fue dinámico y que incluso tenía el objetivo de convertirse en un conservatorio con ayuda del fallecido músico Eduardo Mata. Esto último quedó en proyecto con la muerte de Mata.

Al crearse la ahora Seculta en 2005 “tronó todo”, pues había que seguir procesos administrativos muy burocráticos que afectaron el pago a docentes, recuerda Mejía.

Fue hasta el año 2010 cuando Mejía Torres estuvo al frente del CIMO, después de que se le impidió seguir en la dirección con el entonces secretario de Cultura Andrés Webster Henestrosa. “Me cierran la oficina”, recuerda el fundador, quien tras este “adiós exabrupto” pensó en que el CIMO tendría un impulso.

No hay nada y construyen un edificio en el espacio que habían dicho los técnicos no se levantara nada porque se gasta mucho dinero en él”.

Para Mejía Torres, las instalaciones pueden pasar al segundo plano siempre y cuando el alumnado y la planta docente estén “bien atendidos”. Sin embargo, apunta que el actual inmueble debe de revisarse y el gobierno debe de descentralizar al CIMO, además de incrementar los salarios de los profesores y estos comprometerse con la educación musical.

Que se les pida elegir entre ser docentes o músicos en las agrupaciones estatales no es la vía, subraya el investigador, quien coincide con las y los padres de familia que los salarios son precarios.

No puedo ser omiso en esto, en esa gran obra que no hice yo. Sí la fundé, trabajé e hice, pero el gobierno fue toral para ello”, rememora sobre los inicios y desarrollo de un centro que despuntó en el gobierno de Jesús Martínez Álvarez, pero que en los tres últimos sexenios ha atravesado sus mayores crisis.


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