En los mercados 20 de Noviembre y Benito Juárez, en el corazón de la capital de Oaxaca, las tortillas tradicionales conocidas como blandas o tlayudas son parte esencial de la identidad culinaria de la región. Sin embargo, detrás de cada una de estas tortillas hay una historia de trabajo arduo y sacrificio de las mujeres que las producen, enfrentándose a condiciones laborales difíciles y a un mercado que les deja apenas pequeñas ganancias.
Para mujeres como Oralia Mariano García, originaria de San Antonio de la Cal, la jornada comienza antes del amanecer. Desde las dos de la mañana, Oralia acude al molino para preparar la masa. Alrededor de las tres comienza a hacer las tortillas, un proceso que concluye entre las seis y seis y media de la mañana. Después, se dirige al mercado Benito Juárez, donde inicia una nueva jornada de ventas que puede extenderse hasta las tres de la tarde, dependiendo de la afluencia de compradores.
A pesar del esfuerzo, las ganancias son modestas. Según Oralia, producir 100 tlayudas requiere una inversión de entre 600 y 700 pesos, pero cada 100 piezas les generan solo 90 pesos de ganancia. En un día típico, una vendedora puede elaborar y vender hasta 300 tlayudas, lo que apenas cubre los costos de los insumos y deja un margen de ganancia limitado.
“Casi que no tomamos en cuenta cuánto invertimos, porque solo sacamos para lo del maíz y la leña, y una pizquita para lo que se ofrezca, pero no es mucho lo que se les gana a las tortillas”, comenta Mariano.
A esto se suman las dificultades de competir en un mercado saturado. Aunque el precio de las tortillas se ha mantenido estable en promedio, cinco pesos cada una la competencia entre las vendedoras obliga a muchas a reducir sus precios, mientras enfrentan el alza en el costo del maíz y la leña. Además, algunas cocineras compran tortillas a precios bajos y luego las revenden, afectando directamente las ventas de las productoras originales. Como señala María López Martínez, otra vendedora originaria de Magdalena Teitipac, “Las tortillas de máquina no nos preocupan, porque nunca se van a comparar al sabor de una hecha a mano, pero la reventa sí nos afecta”.
La venta de tlayudas es una actividad casi exclusiva de mujeres, quienes deben equilibrar las largas jornadas con sus responsabilidades familiares y, en muchos casos, con la falta de estudios y oportunidades laborales alternativas.
“En mi caso, mis hermanos son profesionistas, pero a nosotras, las hijas, nos tocó trabajar en la elaboración de tortillas. Ahora eso ya está cambiando, pero antes no se nos daba estudio”, explica Oralia.
Otro reto importante para estas mujeres es la falta de espacios asignados en los mercados. Al no contar con lugares fijos, deben buscar un rincón disponible cada día para ofrecer su producto, enfrentándose a restricciones y a conflictos con los locatarios que tienen espacios fijos. López Martínez explica: “No nos quieren apoyar; no podemos ocupar un espacio sin que nos llamen la atención, mientras que los puestos establecidos ocupan incluso los pasillos y a ellos no les dicen nada”.
A pesar de estas condiciones, las vendedoras de blandas y tlayudas mantienen viva una tradición oaxaqueña y siguen trabajando arduamente para sostener a sus familias, aunque sus ingresos apenas alcancen para cubrir sus necesidades diarias.
Esto refleja la realidad de muchas mujeres trabajadoras que, aunque invisibles para muchos, son el sostén de uno de los productos más emblemáticos de Oaxaca.