Dieguitos y lupitas se citan con la guadalupana
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Dieguitos y lupitas se citan con la guadalupana

Con restricciones acceden al templo mariano


Foto: Jesús Santiago // Con restricciones ayer se controló el acceso al santuario guadalupano hasta donde fueron llevados Lupitas y Juan Diegos.
Foto: Jesús Santiago // Con restricciones ayer se controló el acceso al santuario guadalupano hasta donde fueron llevados Lupitas y Juan Diegos.

No son las faldas del cerro del Tepeyac ni la Basílica de Guadalupe, pero cada diciembre la fe hace que las familias oaxaqueñas acudan ante la Virgen de Guadalupe y al templo que en la capital del estado conserva una imagen del encuentro entre la “morenita” y el indígena Juan Diego.

Claudia trajo a sus hijas cuando estas eran pequeñas y ahora las acompaña como abuela de las y los niños que, vestidos de Juan Dieguitos y Lupitas, son llevados para recibir la bendición. Con faldas, huipiles, rebozos u otra indumentaria tradicional de los pueblos originarios, sus nietos son quienes evocan esa creencia en una leyenda que la tradicional oral ubica en el año 1531.

— ¡Flores, flores para la Virgen!

— ¡Pásele, pásele! Le tomamos la foto a toda la familia!

De entre los anafres se desprende el olor a la barbacoa de Tlacolula, el de los molotes, las empanadas de amarillo y de los buñuelos. A los pies de la capilla de Belém, parte del templo de Nuestra Señora de Guadalupe, se ofrecen también globos, veladoras, rosarios y todo tipo de artículos religiosos.

Las familias entran y salen de la capilla para cumplir con la tradición, esa que dicta que deben ser tres años consecutivos en los que los pequeños se presentan ante la imagen mariana. Las niñas suelen cargar un pequeño canasto con flores o figuras de frutas y verduras. Los niños, réplicas de la tilma de Juan Diego, en la que, según la tradición católica, quedó plasmada la imagen de la Virgen de Guadalupe.

Llevar la ofrenda es para agradecer a Dios, dice Claudia, quien recuerda que hasta hace un año ella cumplía con esa ofrenda. Pero que por indicaciones de los auxiliares de la iglesia ya no pueden dejar pasar para la virgen.

“La ofrenda eran las noche buenas, su canastita de las niñas traía cebollas, tomate y chiles, aparte la veladora. Pero desde hace un año ya no lo están recibiendo. Que se los lleven a casa nos dicen. Por eso ya no les compré sus tenates ni canastos”.

  • ¡Llévese la foto del recuerdo!
  • ¡Estas no se borran!

En uno de los costados del templo, los puestos para la fotografía del recuerdo tratan de sortear otros cambios, aquellos dictados por la tecnología.

La familia de Ubaldo Pérez y su esposa lleva 40 años en el oficio de la fotografía y en especial para ocasiones como estas.

El ruido del agua cayendo en los escenarios trata de recordar aquel del Tepeyac y las figuras de burros los orígenes indígenas de Juan Diego. Hace varios años, eran animales reales, pero las necesidades de protección a estos seres propiciaron cambios en los que ya no se les maltrate con motivo de la festividad.

La gente sigue viniendo, pero no como antes. Éramos más fotográfos y ahora pocos, pero seguimos”, cuenta la familia de Ubaldo mientras ofrece calendarios y fotografías del recuerdo en 100 pesos cada uno.

 

Foto: Adrián Gaytán // La foto del recuerdo en un set montado para la ocasión.

 

Alejandro Martínez, otro de los fotógrafos que ofrece sus servicios en esta celebración trata de mantener un oficio que aprendió de su padre, quien también tuvo un puesto junto al templo.

La fotografía ha cambiado mucho, mucha gente ocupa su celular. Nos piden permiso y les damos chance que tomen un recuerdito”.

Además de los cambios tecnológicos que facilitan guardar los recuerdos de la visita a la virgen, la pandemia de Covid-19 afectó demasiado las ventas en 2020 y 2021. Pero los fotógrafos y sus familias se resisten a desaparecer como parte de esta tradición.

En algunos puestos y escenarios, hay quienes ofrecen las fotografías impresas como algo que a diferencia de los archivos digitales tienen más probabilidades de permanecer.

Algunas familias acceden y posan para seguir con esa tradición. Otras más, quizá por economía y facilidad, optan por la imagen tomada desde el celular. Ya sea a los pies de la imagen de Juan Diego y la Virgen adentro de la capilla de Belém o a las afueras de esta.


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