Cuando el esfuerzo es grande, la recompensa es mayor. Es gloriosa. La Laguna está acostumbrada. Sus Guerreros también. Santos tuvo que venir de atrás para ganar la Final de Ida contra Toluca, un 2-1 que representa idealmente el grito de ‘¡6 se puede!’ que adoptaron los albiverdes para pelear por otra estrella.
El Diablo encontró la ventaja en la segunda parte, pero la perdió gracias al empuje del Santo.
Frenético arranque. Duró 15 minutos. Del resto del primer lapso, el mosaico verde y blanco a largo de toda la grada, acompañado del grito “¡Seis se puede!”, fue lo más destacado. Furch luchó solo, el Cabecita Rodríguez fue el pistón habitual, Osvaldo controló y Djaniny fue un fantasma. Ninguno con fortuna.
Del bando toluqueño, Sambueza se llevó la rechifla de la tribuna. Cada toque, silbidos de alto volumen. Y Quiñones haciendo tiempo tirado. Y Talavera, receptor del grito prohibido en cada despeje.
La segunda parte entregó las emociones que pedía la afición en el horno que sigue siendo Torreón aunque sean las 21:00 horas.
Quiñones encontró en un largo balón la oportunidad ideal, con una defensa displicente que no pudo cortar los botes del balón, logró colarse al área y tocó por abajo para vencer a Jonathan. La grada que parecía incansable, enmudeció de pronto.
Minutos de tensión, de un juego soso, de más estudio que valentía. Santos era el necesitado. Y lo consiguió.
Santos estuvo arriba, se adueñó del área choricera y encontró la recompensa: cabezazo morral de Furch, que encontró la redes y desató un manicomio en Torreón. Y pudieron ser más en el tiempo de compensación. Ventaja de Santos que deja un partido abierto en Toluca, una Final de lujo que parecía perdida.