Un amplio despliegue de seguridad sorprendió este viernes 16 de mayo a comerciantes, clientes y transeúntes de la Central de Abasto, el mayor centro comercial y de intercambio popular en Oaxaca. Con la promesa de devolver la paz a una zona golpeada por la delincuencia, autoridades de los tres niveles de gobierno activaron la “Operación Pescador”. Un operativo conjunto que ha desatado tantas expectativas como preocupaciones.
EL “OPERATIVO PESCADOR”
El operativo, que contempla patrullajes, inspecciones y aseguramientos en puntos clave por su alta incidencia delictiva, busca frenar delitos, desmantelar redes criminales y prevenir la comisión de actos ilícitos.
La intervención incluye vigilancia aérea mediante drones y monitoreo en tiempo real desde el C4. Lo que refuerza la presencia en tierra de cuerpos como la Policía Estatal, Policía Vial, Policía Auxiliar (PABIC), Policía Municipal, la Agencia Estatal de Investigaciones, la Guardia Nacional, la Fiscalía Estatal y elementos del Ejército mexicano.

GENERA POLÉMICA
Aunque las autoridades aseguran que todas las acciones se ejecutan bajo protocolos legales y con respeto a los derechos humanos, la implementación ha generado inquietud entre organizaciones civiles y ciudadanos, quienes señalan posibles atropellos durante la operación.
Según defensores de derechos humanos, algunas personas que no estaban relacionadas con hechos delictivos —como artistas callejeros, personas en situación de calle o quienes simplemente transitaban por la zona— podrían haber sido objeto de revisiones arbitrarias o actos de hostigamiento.
La intervención masiva, que busca atender problemas estructurales de seguridad en una de las zonas comerciales más complejas y conflictivas de la ciudad, también ha generado opiniones encontradas entre los propios locatarios.
Mientras algunos celebran una presencia más firme del Estado en un espacio que ha sido controlado por el crimen organizado y grupos delictivos, otros temen que el despliegue sea solo una medida temporal y con efectos colaterales negativos.
“Nos dicen que es por nuestra seguridad, pero hay miedo. A un joven que cantaba por unas monedas lo revisaron como si fuera un criminal. Pero no atacaron donde vende droga y esos lugares todo mundo la sabe dónde están”, relató una vendedora de frutas del sector de flores.
TENSIÓN EN LA ZONA
La Operación Pescador, por ahora, no tiene una fecha de conclusión definida. Las autoridades han reiterado su compromiso con un enfoque preventivo y apegado a los derechos humanos. Sin embargo, la tensión en el ambiente y los señalamientos de posibles excesos abren un nuevo frente de discusión sobre cómo equilibrar la seguridad con el respeto a las libertades en zonas populares.
Finalmente, este despliegue marca un momento clave en la relación entre la ciudadanía y las fuerzas de seguridad, en un espacio donde la cotidianidad se mezcla con la sobrevivencia, y donde la paz tan anhelada, para muchos, aún parece estar lejos de alcanzarse sin consecuencias.