El martes fue un día de luto y dolor al dar el último adiós a Judith Vianney Toledo Santos, enfermera que fue brutalmente asesinada, en un caso que estremeció a la sociedad oaxaqueña.
En una ceremonia cargada de dolor y emociones a flor de piel, familiares, amigos y compañeros de trabajo se reunieron para despedir a la mujer de 29 años, quien fue víctima de un crimen atroz.
La misa de cuerpo presente se celebró a la 1 de la tarde en el templo de Xochimilco, una de las zonas más tradicionales de la ciudad.
Los asistentes no podían contener las lágrimas mientras los recuerdos de Judith, como su dedicación en el hospital, su amabilidad y su incansable lucha por cuidar a los demás, invadían el ambiente.
El templo, lleno de flores blancas y lágrimas, se convirtió en un refugio de duelo, mientras todos se unían en un mismo clamor: que no quede impune la muerte de Judith.
La ceremonia fue un momento para rendir homenaje a una mujer que dedicó su vida a la salud, quien, como muchas otras mujeres, luchaba por construir un futuro para ella y sus dos hijas. Un espacio para recordar que, a pesar del vacío dejado por su partida, el dolor no silenció la exigencia de justicia.
El cortejo fúnebre continuó su recorrido hacia el Hospital ISSSTE, donde Judith laboró hasta su último día. En este lugar, amigos y compañeros de trabajo también se unieron al pesar de su familia.
La despedida fue breve, pero emotiva, y la tristeza se vio reflejada en los rostros de quienes la conocieron.
Después, su cuerpo fue trasladado al Panteón Jardín, donde fue inhumada, dejando en los corazones de quienes la amaban una profunda sensación de pérdida.
El crimen de Judith, presuntamente perpetrado por un compañero de trabajo con quien compartía labores en el hospital, devastó a su familia y encendió una llama de indignación en la sociedad oaxaqueña.
Durante los días previos al sepelio, su familia alzó la voz para exigir justicia y que el caso fuera tratado con la seriedad que merece, al solicitar que se tipificara como feminicidio. La madre de Judith, visiblemente afectada, pidió que este caso sea un parteaguas en la lucha por los derechos de las mujeres y que ninguna otra mujer sufra lo mismo.
“Mi hija no murió en vano, su muerte debe marcar un cambio en esta sociedad”, expresó su madre entre lágrimas. La familia pidió a las autoridades que el caso se resuelva con rapidez y que el responsable de tan cobarde crimen enfrente todo el peso de la ley.
A medida que Judith descansaba en su última morada, su familia reiteró que van a exigir que su muerte no quede en el olvido.