En la medida que los niños se van desarrollando al paso del tiempo, es natural que algunas partes de su cuerpo se modifiquen, para adquirir las características que le corresponde a cada una de sus etapas para alcanzar su etapa adulta normal.
Siempre es natural que surjan dudas entre los familiares acerca de algunas estructuras corporales. En la mayoría de las ocasiones, corresponde a la apariencia de las extremidades inferiores la que puede motivar inquietud desde etapas muy tempranas. Con el aspecto particular que tengan las rodillas en relación al trayecto esperado en línea recta, se pueden considerar como más evidentes las piernas arqueadas (charro) o la deformidad en X (rodillas juntas) y menos frecuente: rodillas incurvadas (hacia atrás).
La desviación de las rodillas, se puede expresar en forma de patrón angular, que no es más que la apariencia y medición específica de la desviación a la línea recta, que muestra la trayectoria de una extremidad. En relación a ello se establece el término: Geno varo cuando los tobillos se tocan y las rodillas están separadas. Geno valgo cuando las rodillas se juntan y los tobillos se separan.
Durante el desarrollo de los años, los niños muestran cambios que se consideran variantes normales en este patrón angular. Se admite como natural que exista geno varo al nacimiento (desviación hasta de 15 grados), que se va corrigiendo de forma progresiva hasta los dos años de edad en que dan la apariencia de tener alineación adecuada. Se modifica el patrón angular de los 3 a 4 años ahora con geno valgo progresivo hasta una desviación de 11 grados, que se modifica progresivamente hasta los siete años en que quedan con la postura normal (valgo moderado de 7 grados con variante normal en 10 grados positivos o negativos).
De forma natural, es posible identificar en grados variables las piernas arqueadas al momento posterior del nacimiento, pero muy frecuente se encuentran asociadas a la postura que tenían dentro del vientre materno (con el entrecruzamiento de la posición fetal), por lo que al perder la postura forzada, su corrección se establece de forma natural al paso de los primeros dos años de vida.
Cuando este problema persiste con desviación de la curvatura de la pierna hacia el exterior desde la rodilla hacia abajo, más allá de los dos años o solo afecta a una pierna, puede ser el signo de un problema de mayor importancia, como raquitismo o enfermedad de Blount.
En el raquitismo, la enfermedad se manifiesta como deficiencia en la capacidad de incorporación de calcio al hueso, a partir de una hormona y no es dependiente de una condición de desnutrición en especial. Se producen alteraciones óseas variadas en el paciente, que terminan por afectar su crecimiento y pueden traer consecuencias de acuerdo a la gravedad de la deficiencia. Junto con las alteraciones de las piernas, se pueden encontrar alteraciones en su estatura, deformidades en costillas, tobillos, muñecas y piezas dentales. Pueden aparecer dolores corporales por alteración de articulaciones y/o contracturas tendinosas o musculares. Su mejoría se obtiene con valoración y tratamiento con el pediatra o mejor aún con el especialista en endocrinología pediátrica.
En la enfermedad de Blount, el defecto puede presentarse en dos diferentes momentos: infantil, que afecta a los niños pequeños, por lo general antes de los cuatro años; y adolescente, que afecta a los niños más grandes y en etapa de adolescencia.
Para entender la forma como se manifiesta esta enfermedad, conviene señalar conceptos básicos del desarrollo del hueso. Todos los huesos para su crecimiento, tienen una zona especial de agregación de células y acumulación de sales de calcio para endurecerlo. En los huesos largos, estas zonas de crecimiento se ubican un poco antes de sus extremos articulares. En la pierna tenemos dos huesos largos, uno más grueso (tibia o espinilla) y otro muy delgado, localizado en su parte externa (peroné). En la rodilla, el peso corporal se transmite en forma directa y uniforme a la parte superior de la tibia, de ahí se conduce hacia el tobillo y finalmente a la superficie plantar. Bajo una presión uniforme, no hay alteración al proceso de crecimiento y maduración de la zona de cartílago, a su transformación en hueso. En la enfermedad de Blount, se condiciona una presión más importante sobre la parte interna de la rodilla, que limita el crecimiento de esta zona, mientras que en la parte externa el crecimiento continúa, causando con ello la deformidad con arqueamiento del hueso hacia la parte externa, influida además por la transmisión inadecuada del peso corporal sobre una trayectoria no lineal, de forma progresiva y constante. Como factores de riesgo para esta enfermedad, se relacionan el sobrepeso y obesidad, antecedentes familiares con esta alteración, sexo femenino, una ascendencia africana y el desarrollo de la marcha en etapas muy tempranas.
La forma de sospechar esta enfermedad, es notando que hay desviación de la pierna a partir de la parte inferior a la rodilla, generalmente sin manifestar dolor y con alteraciones sutiles de la marcha. Al paso del tiempo o edad del niño, la zona de presión puede producir dolores, que en ocasiones, se consideran por familiares o médicos como dolores de crecimiento, permitiendo que la deformidad continúe para causar luego desviación del pie con colocación de la punta hacia adentro secundario a la curvatura. Se puede producir inflamación articular (artritis) y acortamiento de la extremidad.
Si hay duda sobre este cuadro, se deberá valorar al paciente por parte del ortopedista (pediatra), que mediante estudios de imágenes óseas podrá determinar de forma apropiada la severidad del problema, para poder plantear los tratamientos adecuados a cada situación en particular.
La enfermedad puede ser difícil de detectar en los primeros años de vida, pero la alteración presente en forma bilateral o unilateral, más allá de los primeros dos años de vida puede hacer sospechar la variedad infantil. Se debe tomar en cuenta también en todos los niños que tienen problema de sobrepeso y más en los de obesidad.
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