El terremoto de San Sixto, que hoy cumple 238 años, generó un tsunami cuyas olas alcanzaron hasta los 18 metros de altura e invasiones del mar de 6 y hasta 8 kilómetros tierra adentro.
El sismo afectó la costa de la Intendencia de Puebla (que entonces incluía parte del actual estado de Guerrero) y la Intendencia de Oaxaca (actualmente el estado de Oaxaca) en el sudoeste del Virreinato de la Nueva España, actual México.
En Acapulco la marejada más alta alcanzó una altura de 4 metros.
El terremoto de la Nueva España de 1787, también conocido como el terremoto de San Sixto (en recuerdo al santo católico celebrado ese día) ocurrió el 28 de marzo de 1787 a las 11:30 horas en las costas de Oaxaca y sur de Guerrero. Estimaciones recientes le asignan una magnitud entre 8.4 y 8.6, lo que lo ubica como el sismo más grande del que tengamos conocimiento en nuestro país.
La ola del tsunami fue observada también en la región de Pochutla, Tehuantepec y otros asentamientos de Oaxaca. El sismo produjo una intensidad de IX, según la escala de Mercalli Modificada (MMI), en la capital oaxaqueña; provocando daños y colapsos en edificios bien construidos. Intensidades VIII fueron documentadas desde Guerrero hasta el istmo de Tehuantepec.
El terremoto de San Sixto de 1787 duró aproximadamente 7 minutos.
Tragedia espantosa
De acuerdo con relatos, el caos sobre Antequera se desató en segundos. Los prisioneros tuvieron que evacuar a la plaza central bajo la amenaza de que aquel que intentara escapar sería ejecutado. Además, tras el sismo, se dieron casos de rapiña masivos y los habitantes de la capital oaxaqueña tuvieron que refugiarse en las calles durante una semana debido a las réplicas que duraron hasta el 3 de abril de 1787.
El epicentro del sismo se desconoce al igual que número de decesos. Además, los relatos dan cuenta de la aparición del tsunami más grande que se haya presenciado en territorio mexicano, con olas que alcanzaron hasta los 20 metros de altura e invasiones de 8 km tierra adentro de agua del océano.
Tomás Molinedo, alcalde de Tehuantepec, informó a la Real Audiencia a través de una carta que el terremoto desató “una extraña conmoción de las aguas y un espantoso bramido del mar”. Por su parte, el alcalde de Igualapa en Guerrero, Francisco Gutiérrez de Terán, señaló que el terremoto mostró una violencia que jamás se había experimentado.
“Algunos pescadores , en la Barra de Alotengo, a las once horas de ese día vieron con asombro que el mar se retiraba, dejando descubiertas, en más de una legua de extensión, tierras de diversos colores, peñascos y árboles submarinos, y que retrocediendo luego con la velocidad con que había alejado, cubría con sus ondas los bosques de la playa, en que se internó más de dos leguas, dejando entre las ramas de los árboles muchos y variados peces muertos; algunos de los pescadores perecieron, y otros pudieron salvarse muy estropeados”.
Daños tierra adentro
En la capital, entre los edificios afectados estuvieron el templo de la Tercera Orden de San Francisco; se registraron más de un centenar de casas destruidas; las casas Reales del Cabildo y del Corregidor; daños en la plaza de armas; en los conventos y acueductos, además de las cañerías de la ciudad que en muchas partes corría a cielo abierto.
En la ciudad de México el sismo causó estragos en los arcos de los acueductos, y dañó el Palacio, el Cañón de la Diputación y otras varias casas. La iglesia de Iguala sufrió daños.
En Oaxaca, causó estragos en las casas reales, dañó las torres de la iglesia de San Francisco, provocó afectación en los cinco conventos de religiosas y arruinó la iglesia de Ntra. Señora de la Merced Calzada.
En Tehuantepec, arruinó la iglesia de S. Sebastián y rompió los muros del templo de Sto. Domingo. En San Miguel Talixtaca,. arruinó el templo de la Parroquia.
En San Miguel Tomatlán y Zongolica, Ver. causo daños a las iglesias parroquiales y en la ciudad de Veracruz se cuartearon unos arcos.