En su capilla inconclusa permanece el obelisco para el muerto olvidado, al que ya se le habían dejado algunas veladoras. Afuera, el bullicio era constante entre los juegos mecánicos y los puestos donde se ofrecen las flores de cempasúchil y borla, las veladoras, el tejate y las aguas de sabor, los molotes y todo lo necesario para la visita.
“Este es el lugar de descanso de todos: rico o pobre, niño o niña, el que Dios diga, pero todos aquí llegamos. Es nuestra última morada”, decía Juana Santiago al referirse no solo al panteón General sino a todo camposanto donde yacen los restos de sus familiares y los de otros a los que en estos días han comenzado a visitar las familias oaxaqueñas en la capital del estado.
Este 31 de octubre, los panteones municipales como el General y el San Miguel, ubicados uno junto a otro, comenzaron a recibir a quienes cada año cumplen con la tradición de reencontrarse con los suyos en la última morada de estos y ofrendarles flores, música y algo de comida.
Las flores de cempasúchil y borla ya vestían desde el miércoles y jueves varias de las tumbas, así como los nichos de uno de los complejos al que además llegaron los grupos de turistas para conocer de las tradiciones e historia del Día de Muertos, de los Fieles Difuntos o Todos Santos.
A Juana la acompañaba Olga González, una amiga que se encontró en la visita anual y con la cual compartía la plática ayer. En sus hogares ambas han colocado el altar de muertos con la comida que le gustaba a sus difuntos. Es parte de la tradición, decía González sobre cada día destinado a los que han muerto: a las mascotas o animales de compañía, a los que murieron en accidentes, a los angelitos, a los difuntos adultos.
Del lado del panteón San Miguel, Virgilio Gómez y su familia acudían por segundo día consecutivo para limpiar y adornar la tumba de su tío. En este extremo, el oaxaqueño notaba muy poca afluencia al mediodía y externaba su temor porque la tradición se pierda.
Pero en este recinto donde estuvieron o yacen los restos de personajes ilustres, poco a poco iban llegando las familias y se esperaba que con el encendido de nichos o el transcurso de las horas arribaran más para velar algunas horas a los difuntos.
Primero a cuenta gotas y después en mayor número, el arribo de las familias fue constante este jueves, uno de los tres días en que se ha esperado una gran afluencia por las festividades en la capital oaxaqueña, especialmente en los cementerios.