Sentado sobre un macetero sin flores del Zócalo de la ciudad de Oaxaca, al pie de frondosos laureles de la india, Carlos Benítez Mercado, un venezolano cincuentón, come un pan que acompaña con refresco de cola, mientras varios integrantes de su familia dormitan tapados con sus cobijas sobre el pretil de cantera fría y húmeda.
Son las 8 de la mañana del sábado y apura el “desayuno” pues las calles de la ciudad la esperan para pedir “limosna” y así reunir una determinada cantidad de dinero para poder comprar boletos de autobús que lo lleve a la ciudad de Puebla, el siguiente punto, para luego seguir su viaje a la ciudad de México y de ahí a la frontera.
–¿Gusta soda’—, le ofrece al reportero, mientras a sus pies se encuentra un cartón con una caligrafía entendible que dice: “Hola México. Soy venezolano y necesito de tu ayuda para seguir adelante. Muchas gracias y que Dios los bendiga”.
“Integramos una familia completa; somos 11, incluyendo una bebé que salimos de Venezuela hace 13 semanas en busca de un futuro mejor, pues en mi patria las personas se están muriendo de hambre, aunque la gente no lo crea y el gobierno lo desmienta”.
“Vamos a donde Dios nos ponga; vamos a Estados Unidos, pero el objetivo es llegar a Canadá. Buscaremos allá un empleo, una estabilidad, una vida mejor. Todo para los hijos, porque los niños son el futuro de la humanidad, merecen lo mejor”.
“Nos ayudamos con la venta de paletas de dulce; nos hemos dado cuenta que a los mexicanos les gusta mucho las paletas de dulce; en otros países gustan más de las galletas y eso les ofrecimos. En México nos han ayudado mucho; es gente buena que nos han colaborado. Una moneda para nosotros nos ayuda mucho”, “Nosotros no molestamos, aunque la policía nos ha dicho que no andemos en grupos, sino dispersos. Nosotros no hacemos daño a nadie, sólo vamos de paso; estaremos dos o tres días y luego nos retiramos. No queremos causar molestias”.
En el pretil se ven algunos plátanos, botellas con agua y refresco de cola, así como muchas bolsas, llenas de esperanza, único equipaje de los forasteros en busca del sueño americano.
El número de venezolanos en situación irregular se disparó en los últimos meses de 2022, en México. Sus autoridades detuvieron a 35 mil 562 migrantes de aquel país de enero a agosto de ese año. Sin embargo, en todo 2021 fueron 4 mil 360, según cifras del gobierno.
Los datos de la Encuesta sobre la Comunidad Estadounidense (ACS, por sus siglas en inglés) revela que el número de migrantes venezolanos en Estados Unidos se ha triplicado en poco más de una década, fruto de una profunda crisis económica, social y política que ha provocado un éxodo masivo.
En febrero de 2023, se estimaba que en el país norteamericano había aproximadamente 545 mil venezolanos, que representan un pequeño porcentaje de los más de 7 millones de venezolanos que se calcula que han abandonado el país desde 2010, según datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
“Pienso trabajar muy duro para regresar a mi patria y no padecer hambre”, suelta Carlos Benítez Mercado, con su playera roja, mientras su familia ya está lista para seguir el viaje hacia un destino incierto.
