¿Qué es una persona? La pregunta es el punto de partida de Yolanda Segura (Querétaro, 1989) para responder y poner en duda los tantos significados o definiciones de esa palabra. La autora del poemario Persona se acerca y reflexiona sobre ello desde disciplinas y áreas diversas: economía, literatura, filosofía, periodismo, biología, entre otras. Y con ello se acerca, además, a lo que considera “súper urgente y necesario de pensar”.
La humanidad siempre vive en crisis, señala Yolanda, quien antes de este volumen publicó Todo lo que vive es una zona de pasaje (2016) y O reguero de hormigas (2016). Sin embargo, explica que pensar sobre lo que es una persona cobra especial relevancia en “el momento contemporáneo”, uno que “nos obliga a pensar no sólo en nuestra relación con otros seres humanos, sino en la relación de los seres humanos con su entorno, de una manera más urgente e inmediata”.
En un momento, Persona (Almadía, 2019) plantea a la vida en oposición con la muerte, y con ello una discusión sobre si la primera es “requisito” indispensable para definir a la persona.
“No sé qué no es una persona”, subraya Segura sobre este ejercicio que se aleja de las respuesta y en cambio propone “problematizar” el término, a partir de “muchas otras posibilidades”, como la de hablar de persona humana y persona no humana.
Para esto último recurre al periodismo, al replantear el término en la reproducción de un fragmento de la noticia sobre la orangután Sandra (una persona no humana). Desde esta área, y ligada al caso de este ser, se recuerda el feminicidio de Sandra Camacho, ocurrido en 2013. La investigación de la autora llega también a otros textos de la literatura, como uno de la mexicana Xitlalitl Rodríguez, de quien retoma la frase “esta noche nacen hambrientos en las costas” para hablar sobre la “personalización de las cosas”.
“Me parece que la poesía es un mecanismo crítico de aproximación a la realidad”, expone la autora del libro ganador del Premio Nacional de Poesía Joven Francisco Cervantes Vidal (2017). Asimismo, subraya que en ese pensar no hay un juicio de valor, pero sí “un procedimiento de entendimiento del mundo que nos permite tener una visión distinta de muchas cosas que si no están puestas en el poema se pueden diluir en el flujo acelerado del cotidiano”.
En el poemario, otra de las intenciones de la autora es explorar la posibilidad de lo que está en un libro y que no es necesariamente texto, sino elementos que permiten una lectura más abierta y libre. También, uno que se pensara a manera de bitácora.
“Me interesaba que quedaran las huellas del procedimiento de la investigación, que se notara que había un trayecto investigativo que se siguiera viendo incluso en el producto terminado”.