Los piedrazos oaxaqueños son un manjar. Sin embargo, su combinación de ingredientes y sabores intensos se ha convertido en un verdadero desafío para el paladar.
Se cree que los piedrazos nacieron como una forma de aprovechar el pan duro sobrante, especialmente después de las celebraciones como el Día de Muertos. Este pan, conocido como pambazo, se vendía en puestos ambulantes, sobre todo cerca de escuelas o mercados.
Los piedrazos se elaboran con pan de masa de maíz o bolillo duro, que se remoja en una mezcla de vinagre de piña, piloncillo y especias. Esta mezcla se exhibe en vitroleros, lo que a menudo lleva a los turistas a pensar que es un “agua de bolillo”. Pero en realidad, se trata de un antojito con un sabor ácido, picante y dulce, que se sirve con papas, zanahorias, chiles encurtidos, quesillo, sal de gusano y salsa picante.
El sabor es tan intenso que se vuelve un gusto adquirido: algunos lo aman, otros no tanto. Y para complementar la experiencia, los piedrazos se sirven en bolsas de plástico, acompañados generalmente de agua de horchata, tejate con mucho hielo o un buen mezcal para mitigar el picor que dejan en la lengua.
Si alguna vez visitas Oaxaca, ¡no dudes en probarlos piedrazos oaxaqueños! Es uno de esos antojitos que, aunque inusuales, te dejarán con un sabor único de la región.