Por las calles de las comunidades oaxaqueñas, entre ellas la Villa de Zaachila, las representaciones de los diablos son habituales en las celebraciones del martes de carnaval. Previo a la Cuaresma, periodo religioso que inicia con el Miércoles de Ceniza, estos personajes y los zancudos recorren y bailan para mostrar las tradiciones de este pueblo zapoteca.
Con vestimenta e indumentaria colorida o con una más sobria, estos personajes con que se representa al mal son también la invitación a jugar, a hacer bromas y lanzar serpentinas, talco o harina perfumados. Incluso, para una declaración de amor o compromiso.
Irving López Vásquez, danzante de la Villa de Zaachila, explica que el diablo es un personaje que se presenta generalmente durante el carnaval, pero también en las festividades del barrio de San Pablo La Raya y la de San José Patriarca.
Ataviado con camisa y pantalón o short de satín (con terminaciones en picos), a los que se les añaden “alas” con la misma tela, el diablo porta una máscara de color rojo y cuernos en negro.
Esto como parte de la cosmogonía de las personas grandes (adultas) que relacionaban así al diablo”, cuenta el joven danzante, quien junto con Ezequiel Chávez y otros más participó el sábado en la muestra de carnavales oaxaqueños en la ciudad de Oaxaca.

Entre la máscara y el rostro de la persona que recrea a este tipo de personajes, sobresale un paliacate para mantener su identidad en el anonimato. Un “plumero” a manera de penacho y una melena colorida son parte de la caracterización.
Para hacer las “travesura”, Irving cuenta que el “diablo” porta una bolsa con talco perfumado, harina, serpentina y confeti. Este personaje porta también un ramillete de cascarones decorados y palomitas.
Un ornamento principal que pasa a ser un obsequio son los cascarones y las palomitas, los cuales se le entregan a las muchachas”, cuenta el danzante sobre este objeto que además de ser parte de una festividad popular lo es en la manera en que se relacionan las juventudes de la población.
También en ocasiones, cuando el muchacho tiene una novia o piensa comprometerse con alguien se lleva una lira, un rango más grande de obsequio porque cuando se entrega es porque la muchacha va a ser pedida (en matrimonio) y se va a efectuar el casamiento”.
