Herrería oaxaqueña
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Arte y Cultura

Seminario de Cultura Mexicana: Herrería oaxaqueña

La herrería de Antequera fue adquiriendo características propias, creando un estilo único y distintivo de esta región


Los ejemplos más exquisitos de esta herrería se aprecian en la fachada del actual Museo Rufino Tamayo.
Los ejemplos más exquisitos de esta herrería se aprecian en la fachada del actual Museo Rufino Tamayo.

“El lujo, el ornamento, el derroche con que Oaxaca sorprende al forastero es la profusión de hierro forjado” con estas palabras Manuel Toussaint y Ritier expresa su sorpresa y admiración al conocer la profusión y calidad de la herrería oaxaqueña de la que posteriormente también asevera: “Por momentos el hierro parece haber ascendido en categoría semeja ser vegetal”.

Se atribuye a los hititas la creación de la metalurgia del hierro, la cual se distribuyó posteriormente en Asía, África y Europa. Tal vez el objeto más antiguo e interesante sea la daga de Tutankamón. El dominio del hierro posibilitó la creación de herramientas, armas y utensilios de mayor dureza y resistencia del cobre y el bronce, sus antecesores. La gran cualidad del hierro era la posibilidad de laminarlo y darle diversas formas forjado en fraguas con yunque y martillo.

Con la llegada de los europeos a América se difunde la tecnología del hierro hasta entonces desconocida. El 15 de marzo de 1524 se constituyen las primeras ordenanzas del Gremio de Herreros y Cerrajeros las cuales establecían los procesos aprobados para la manufactura del hierro forjado y el fundido; en un principio solamente los españoles y criollos pudieron desempeñar este oficio.

La incipiente tecnología era indispensable para reparar los instrumentos traídos de ultramar. Los árabes habían logrado encontrar el mejor temple, proceso mediante el cual se logra la mayor dureza y resistencia del metal sobresaliendo el temple toledano. Originalmente se fundían solo láminas delgadas y largas de hierro llamadas “fleje”, las cuales debían ser calentadas y martilladas sobre el yunque para obtener el largo y grosor de las varillas que se elaboraban una por una para formar barrotes y soleras. El continuo martilleo y temple eliminaba impurezas, reducía los espacios intermoleculares, evitaba la oxidación, por lo que no requieren de mantenimiento anticorrosivo. El proceso de forjado hacía que las piezas no quedaran planas, sino que toda la superficie fuera  irregular, lo que permite diferenciarlas con facilidad del hierro colado y el hierro fundido.

La herrería de Antequera fue adquiriendo características propias, creando un estilo único y distintivo de esta región. Los vanos de los ventanales quedaron protegidos con un entramado de hierro, rematado con un copete de espirales de diseño perfecto. De igual manera se elaboraron barandales, pasamanos, cerraduras de puertas con la distintiva águila bicéfala de los Habsburgo y sus respectivas llaves, que aún penden de los ceñidores de algunas abuelas de los valles de Oaxaca.

 

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La herrería en antequera adquirió diseños propios que parecieran filigrana en hierro, o la elaboración de un exquisito encaje, propio de los países bajos. Los sostenes de los barandales se realizan con un arco empotrado al muro en el que originalmente se observan dos piezas adosadas rematadas en remates curvilíneos los cuales se habrán de transformar en la distinta azucena de hierro de cuatro o cinco pétalos con sus respectivos pistilos; pieza única de la herrería novohispana, pues solamente aparece en nuestra ciudad.

Los ejemplos más exquisitos de esta herrería se aprecian en dos balcones del convento de la Merced, brocales de pozos, los barandales de la esquina de Morelos y Alcalá, la fachada del actual Museo Rufino Tamayo, las protecciones de la Basílica de la Soledad, la rejas protecciones de la Capilla del Santo Cristo de Tlacolula, así como los barandales de la Catedral, que incluyen su peso en libras y la marca del artesano, por citar algunos destacados trabajos.

Con la industrialización del hierro se elaboran piezas de hierro colado, en las que se repiten patrones de diseños con una superficie regularmente lisa. Posteriormente es posible fundir el hierro y vaciarlo en moldes para obtener varillas cuadradas y redondas, así como soleras. La herrería se sigue elaborando en la fragua, se usan moldes para crear elementos curvos, la perforaciones se realizan con taladro y de adorno se colocan piezas de plomo fundido.

La herrería tradicional casi ha desaparecido, siendo más utilizadas las técnicas de balconería con el uso de sopletes de acetileno, soldadura autógena y eléctrica con diseños muy sencillos y utilitarios. Con el hierro colado se crean en serie piezas muy hermosas que carecen del encanto de la manufactura artesanal.

Los hermosos hierros antiguos siempre han coexistido con nosotros para descubrirlos, solo nos basta caminar con lentitud y observar con detenimiento las casas señoriales, templos y conventos, donde la herrería transforma su función utilitaria en goce estético y se disfruta con la vista, el tacto y el oído el patrimonio tangible de los oaxaqueños.

 

José Demetrio Quiroz Alcántara


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