Medicina prehispánica en Oaxaca
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Seminario de Cultura Mexicana: Medicina prehispánica en Oaxaca

Los médicos zapotecas utilizaron métodos terapéuticos como limpias, purgas y sangrías, para expulsar cualquier mal que hubiera entrado al organismo


Foto: archivo // Podría considerarse a Monte Albán como escuela de medicina prehispánica.
Foto: archivo // Podría considerarse a Monte Albán como escuela de medicina prehispánica.

La población en el altiplano mexicano a la llegada de los españoles se calcula en 20 millones de habitantes; la mortalidad infantil era alrededor del 30% en los menores de 4 años, casi la mitad de mujeres gestantes moría por complicaciones relacionadas con el parto y un tercio de varones fallecía por heridas y lesiones en combate o sacrificados a los dioses, sin embargo, las tasas de natalidad eran muy altas y la expectativa de vida al nacer era de unos 37 años.

Los datos anteriores indican que, antes de la conquista, los mexicanos gozaban de buena salud, si bien su baja estatura se ha atribuido a una menor disponibilidad de proteínas; contaban con servicios públicos adecuados, sobre todo para la conducción del agua y la basura se enterraba en los traspatios. Los mexicas eran asiduos del aseo corporal y los zapotecas tuvieron rasgos de higiene semejantes a otros pueblos indígenas de México y utilizaban instrumentos de madera para la remoción del sarro, así como un dentífrico a base de ceniza y miel.

Además de otras fuentes, por los escritos del siglo XVI de Fray Juan de Córdova “Vocabulario en lengua zapoteca” y “Arte del idioma zapoteco” se tiene conocimiento del curanderismo y la higiene entre los zapotecas al inicio de la Colonia. Los curanderos médicos actuaron como un grupo especial (huiñaa y huiñaarao) dentro de los sacerdotes; eran un grupo de élite porque solo los hijos de los nobles podían oficiar como sacerdotes. Sus conocimientos estaban estrechamente relacionados con prácticas rituales y las ciencias calendáricas, por lo cual los misioneros los caracterizaron como “médicos malos” y sus prácticas fueron combatidas como actividades supersticiosas y “malas costumbres”.

Para la preparación de la mayoría de sus rituales se practicaba el ayuno y abstinencia sexual. Con el propósito de lograr el éxtasis y otras experiencias utilizaban hongos, frutillas o hierbas. La toma de hongos en zapoteco se llama “cuanabitao”, que significa “tomar lo divino o sagrado”.

Los médicos prehispánicos – también llamados “ticítl” en náhuatl – no solo tenían conocimientos de fitoterapia, también eran capaces de considerar circunstancias externas en la enfermedad, como su marco espaciotemporal, interpretar presagios – como los sismos y cometas – y sueños, establecer pronósticos de la enfermedad y asignar nombres a los recién nacidos. Los médicos se sentían bajo la protección de deidades específicas; los zapotecas veneraban a un dios responsable de la curación de enfermedades, a quien denominaban Pichanagobeche, y en casos críticos pedían ayuda a los curanderos ya experimentados en epidemias o crisis previas, quienes eran considerados como intermediarios ante sus dioses.

 

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Entre los sacerdotes zapotecas había un grupo de bajo rango, los “colanij”, que combinaban las prácticas rituales con el conocimiento y uso de entre 50 y 200 plantas medicinales silvestres. El Dr. Francisco Hernández, médico real y protomédico de las Indias, durante su viaje a nuestro continente en 1571 describió mil 200 especies de plantas medicinales, de las cuales 30 fueron recabadas en Teposcolula. Los médicos zapotecas también utilizaron otros métodos terapéuticos como limpias, chupadas, purgas y sangrías, para expulsar cualquier mal que mediante prácticas de hechicería hubiera entrado al organismo.

En Mesoamérica, la mayoría de las trepanaciones craneanas proceden del período Clásico de Monte Albán. En muchos cráneos encontrados por Alfonso Caso, cuyos motivos parecen más rituales que terapéuticos, reflejan una desarrollada técnica quirúrgica, por taladrado o por raspado. Otras trepanaciones muestran hueso de neoformación en los bordes, significando que el sujeto sobrevivió al procedimiento. Los zapotecas desarrollaron también técnicas de odontotripsia, incrustaciones y mutilaciones dentarias. Los cirujanos zapotecas utilizaban antisepsia con sal y hueso de aguacate rayado, así como el jugo del maguey.

En el edificio de “Los danzantes” de Monte Albán se encuentran losas con figuras antropomorfas desnudas, algunas con evidencia de mutilación de sus genitales, con jorobas, en extremos de la vida, con evidencia de malformaciones o en posiciones específicas como el parto, que se han interpretado como guerreros prisioneros o como recurso educativo para la enseñanza de la medicina de la época, lo que, aunado a lo descrito antes, permitiría considerar a Monte Albán como escuela de medicina prehispánica.

Los médicos y curanderos eran principalmente varones, quienes atendían a hombres y mujeres enfermos, pero el embarazo, el parto y los recién nacidos estaban bajo la responsabilidad y cuidado de las parteras y bajo la protección de una deidad especial, llamada Cozáana. Utilizaban raíces para el aseo corporal, así como el baño de vapor o temazcal.

Se podrían mencionar muchos otros avances terapéuticos y a pesar de ellos, la medicina zapoteca fue posteriormente limitada por la imposición de un sistema diferente que poco aprovechó la riqueza terapéutica prehispánica.

 

Héctor Eloy Álvarez Martínez

Corresponsalía en Oaxaca “Ing. Alberto Bustamante Vasconcelos”


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