El olvidado constructor de la Catedral de Oaxaca
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Seminario de Cultura Mexicana: El olvidado constructor de la Catedral de Oaxaca

Desde la cúspide de un contrafuerte, en el dorso de la Catedral de Oaxaca, el maestro constructor observa diariamente el nacimiento del Sol


Catedral de Oaxaca
Catedral de Oaxaca

Desde la cúspide de un contrafuerte, en el dorso de la Catedral de Oaxaca, el maestro constructor observa diariamente el nacimiento del Sol, símbolo de la divinidad que otorga la vida, mientras que de reojo observa al peatón que discurre por lo que sobrevive de la otrora majestuosa Nueva Antequera.

Sabemos su nombre gracias al investigador Jorge Mejía Torres, quien halló en el Archivo de la Arquidiócesis de Oaxaca y en el General de Indias (de Sevilla) los documentos de esa edificación. Se trata del maestro de obras o maestro mayor Arnaldo de Piamonte, oriundo de Palencia, España, quien desarrolló entre 1532 y 1561 las labores que hoy le asignamos a un arquitecto; es decir, la planeación, proyecto, selección de sistemas constructivos, ejecución y supervisión de la obra. En su libro La ciudad de Oaxaca en el siglo XVI, Mejía apunta que le tomó seis años planear y diseñar el edificio catedralicio, y que se retiró “cuando la obra de piedra quedó concluida”, y que sus honorarios sumaron mil ochocientos pesos en oro.

Mejía describe cuatro etapas constructivas, sin mencionar incendios o derrumbes, aunque sí varias reedificaciones. La primera etapa correspondió a los techos de madera cubiertos con lámina (no paja), asentados sobre los muros y pilastras que erigió Piamonte; un siglo después, las cubiertas se sustituyeron por bóvedas y se construyeron las capillas laterales; en el XVIII se levantaron las nuevas fachadas, la principal y las laterales: y finalmente la etapa neoclásica, dirigida por el arzobispo Eulogio Gillow, respetando siempre la traza original.

 

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Cabe mencionar que nuestro personaje, el maestro Piamonte, fue acusado de blasfemia ante la Santa Inquisición, por lo que se encargó la obra a Juan de Alcántara y Juan de Vega. Ese hecho no era ajeno a las costumbres de entonces -y quizá a las de hoy- pues también al herrero Andrés García, quien fundió la primera campana para dicha Catedral, se le detuvo “por blasfemo”. Se dice que ambas situaciones provinieron de calumnias surgidas de las envidias locales. De cualquier forma, una vez probada su inocencia, Piamonte continuó levantando templos agustinos, tanto en España como “para los pueblos de indios” en Guatemala.

En el campo de las inferencias, diremos que hay razones de fondo, tanto místicas como alquímicas, para que Piamonte vea el sol de frente y coloque su espalda en la orientación de la fachada principal (al oeste), ya que tanto las construcciones medievales en las que él se forjó, como la herencia cultural del Templo de Salomón establecerían tal disposición.

Igualmente importante es plantearnos la pregunta sobre las ventajas de suplir las armaduras de madera por las bóvedas de mampostería, dado que aquellas son muy bellas, ligeras y resistentes a los sismos, aunque vulnerables a los insectos y a los incendios. Hoy sólo podemos imaginar el espectacular artesonado que aquel arquitecto diseñó y que hoy brillaría gracias a su pan de oro.

Con información de Prometeo A. Sánchez Islas


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