Seminario de Cultura Mexicana: Escaleras inolvidables en Oaxaca
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Seminario de Cultura Mexicana: Escaleras inolvidables en Oaxaca

Las escaleras, cuyo diseño impactó a la ciudad a la que sirvieron, hoy forman parte de nuestro deambular cotidiano


Las “Escaleras del Fortín” o “Andador Rubén Vasconcelos Beltrán” (Cronista de la ciudad 2001-2016)
Las “Escaleras del Fortín” o “Andador Rubén Vasconcelos Beltrán” (Cronista de la ciudad 2001-2016)

Salvar desniveles es poco común en esta ciudad dado que se trazó en un valle con suaves colinas. Sin embargo, hay algunos retos topográficos y arquitectónicos que vale la pena reconocer.

En el primer tramo de la avenida Independencia se ubica un par de escaleras que permiten el acceso a tres importantes espacios públicos: la plazuela de la Basílica Menor de La Soledad, el Jardín Sócrates, hoy ocupado por puestos de nieves y dulces tradicionales, y la Plaza de la Danza (1959), dedicada a eventos políticos, artísticos y culturales.

Los trazos de tales escaleras, hoy enriquecidas con rampas que alcanzan la avenida Morelos en su parte más alta, son atractivas por su heterogeneidad y por su diversidad de perspectivas. La más pequeña da acceso a la portada sur del templo mediante un airoso arco triunfal que culmina con un remate barroco y que hace juego con su arco gemelo sobre la barda del lado oriente, que enlaza al atrio con el jardín arbolado. A principios del siglo XX la barda era más baja y las dos escaleras se intercomunicaban mediante terrazas ajardinadas, lo que permitía admirar la espléndida fachada.

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Las “escaleritas del Fortín” o “Andador Rubén Vasconcelos Beltrán” (Cronista de la ciudad 2001-2016) conducían desde la urbe hasta las terrazas construidas para honrar a Benito Juárez y a la Bandera Nacional, desde donde las vistas de los Valles Ventrales han sido siempre cautivadoras. Su razón de ser deviene del Homenaje Racial que se realizó en 1932, el cual se convirtió en las Fiestas del Lunes del Cerro y posteriormente en La Guelaguetza, aunque el ascenso a esta colina, por diversos caminos, es tan antigua como los asentamientos mexicas del siglo XV. Su utilización para practicar deportes, efectuar vendimias, hacer paseos familiares y complementar las festividades de la Virgen del Carmen, les hacen populares y apreciadas.

La escalinata de la Plataforma Norte en Monte Albán ofrece siempre la motivación para tomar fotografías impactantes, rodar películas, observar las superposiciones edificatorias que correspondían al cambio de era y a realizar retos acústicos. Su amplitud es impresionante y su función enigmática, y denotaba el poderío de quienes ocupaban el llamado Palacio de Ocote que se erigió allí entre los años 300 y 600 d.C. Cuando uno la observa desde la inmensa plaza central, admira su delimitación a los lados por taludes y tableros que originalmente estuvieron estucados y pintados, en los que domina la forma del “doble escapulario” que son rectángulos esquineros inspirados en la arquitectura Teotihuacana. Desde arriba, la acrópolis nos muestra su inmarcesible belleza.

He elegido estos tres modelos, todos realizados por necesidades funcionales pero cuyo diseño impactó a la ciudad a la que sirvieron. Hoy forman parte de nuestro deambular cotidiano y atraen a los turistas que son sensitivos ante las manifestaciones que han creado el mensaje estético de nuestra identidad.

 

Con información de Prometeo A. Sánchez Islas


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