¡A poner el arbolito de Navidad!
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¡A poner el arbolito de Navidad!

¡Feliz navidad!


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Por: Juan José Ibáñez

Buen día queridos lectores les saludo con mucho gusto en medio de los preparativos para las fiestas navideñas. Como ya les he comentado en otras oportunidades, estas celebraciones son mis favoritas en todo el año, porque se respira un aire distinto y porque puedo visitar a mi familia que se encuentra lejos, y a la que veo sólo en esta época del año.

Hoy quiero compartirles cuál es el origen de los arbolitos de Navidad que tanto nos gustan a todos y que llevan esferas, adornos, moños luces y muchas otras cosas dependiendo del gusto de cada familia y del presupuesto, claro.

El árbol de Navidad, aunque lo usamos los católicos para adornar nuestra casa, tiene un origen no católico, pagano, se le llama; y es que cuando los primeros cristianos llegaron al territorio norte de Europa encontraron una celebración que se realizaba en honor al nacimiento de Frey, el dios del Sol y la fertilidad.

Esa festividad se hacía con un árbol que simbolizaba el universo (llamado Yggdrasil): la copa era Asgard, morada de los dioses (el lugar donde vivían), y el Valhalla, el palacio de Odín; las raíces simbolizaban el Helheim, el reino de los muertos. Los primeros cristianos que conocieron esa costumbre, vieron que coincidía con la época del nacimiento de Jesús y la adoptaron como propia; su influencia y la evangelización cristiana transformaron la tradición y más tarde se le dio un nuevo significado al árbol de Navidad como símbolo para celebrar el nacimiento de Cristo.

En nuestro país, la Historia cuenta que durante el Segundo Imperio Mexicano, los emperadores, Maximiliano y Carlota, se instalaron en el Castillo de Chapultepec y para la primera Navidad en tierras mexicanas, es decir, la del año 1864, mandaron instalar un fastuoso árbol de Navidad que sería el asombro de la corte y de la aristocracia en general, quienes seguían la moda y costumbres de los emperadores.

A la caída de Maximiliano en 1867, las costumbres imperiales se desterraron. Sin embargo, algunas permanecieron o florecieron más tarde, tal como sucedió con el árbol de Navidad, que volvería a aparecer en 1878 cuando el general Miguel Negrete colocó uno en su casa y cautivó a las personas y a la prensa. Se dice que el general retomó esta tradición influenciado por sus viajes constantes a Estados Unidos.

Muy pronto la tradición comenzó a replicarse en diversas partes de México, primero en las zonas urbanas para luego, con el tiempo, convertirse en una costumbre que está prácticamente en todos los lugares del país, casi sin importar si eres católico o no.

En mi casa ponemos el arbolito navideño a inicios del mes de diciembre y lo adornamos todos juntos, mientras escuchamos villancicos y mi mamá aprovecha para hacer ponche que disfrutamos mucho. El árbol de Navidad se quita hasta después del día de Reyes, pero muchas personas lo dejan hasta el 2 de febrero, día de la Candelaria.

Ahora conocemos un poco más de esta hermosa tradición y sus orígenes; espero que estos días navideños y de fin de año sean para todos muy bonitos y que podamos compartirlos con la familia y con las personas que más queremos. Por ahora es todo, espero que les haya gustado este tema y que lo disfruten tanto como yo. Hasta la próxima. Adiós.


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