La confrontación y los golpes bajos entre los aspirantes a la candidatura a la gubernatura del estado, concretamente en el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), está dando mucho de qué hablar entre la ciudadanía, pues tal parece que lo que hemos visto hasta hoy nada tiene que ver con la civilidad y la tolerancia, condiciones indispensables para que el proceso de julio de 2022, sea ejemplar en la sucesión por la gubernatura. Hace al menos un mes, el senador Salomón Jara Cruz, uno de los más fuertes contendientes en dicho partido, denunció a Flavio Sosa Villavicencio, operador de su compañera pero adversaria en lucha por la candidatura, Susana Harp Iturribarría, se está llevando a cabo una guerra de lodo en contra de él. Y advirtió que llevaría su queja ante las autoridades competentes. Nada ocurrió, más que el escarnio público en redes sociales y la crítica a la forma tan ruin y baja con la que está deviniendo el proceso interno en el referido partido.
Hace al menos un par de semanas, la senadora Harp denunció el hackeo de su cuenta de Whatsapp. Pocos días después, en entrevista y redes sociales, advirtió de amenazas, intimidación y boicoteo durante su visita a poblaciones del Istmo de Tehuantepec. Afirmó haber escuchado ráfagas de arma de fuego y un perifoneo que nada tenía que ver con lo que ella había preparado para dicha visita. Es más, fue un hecho evidente de boicot para que ni sus simpatizantes ni los presidentes municipales con quienes tenía previsto reunirse, acudieron a sus actos. Esta situación ha polarizado las fuerzas del referido partido político. Es más, se anticipan tiempos de mayor rudeza en tanto avance la nominación, más aún con la advertencia del delegado de dicho partido de que la misma será hasta la fecha límite que por ley dispone el árbitro electoral, el Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana (IEEPCO), es decir, el 15 de marzo de 2022.
La situación de competencia ruda y guerra sucia se ha exacerbado en dicho partido por una razón: hay excesiva confianza entre dirigentes, actores políticos y militancia, de que, tal como ha ocurrido en los procesos anteriores, el partido en poder lleva todas las de ganar. Es decir, que gane quien gane la contienda interna, la silla de Palacio de Gobierno ya está asegurada. Y no les hace falta razón. Sin embargo, lo que han hecho hasta hoy ambos contendientes y sus respectivos equipos de precampaña, es polarizar las fuerzas del multicitado partido, de tal suerte que nada tienen asegurado.
Malas cuentas
A poco más de veinte días de que el actual gobierno de la ciudad de Oaxaca de Juárez entregue la estafeta al edil electo y su equipo, las cosas siguen estando de cabeza. El problema de la basura ha seguido lacerando a la ciudadanía y dando un espectáculo grotesco a la imagen citadina. El argumento infantil de que no hay recursos para el pago de la renta de los camiones recolectores o del suministro de gasolina, debe tener implicaciones de tipo legal. El ayuntamiento de la ciudad simplemente no ha cumplido con los compromisos institucionales que debe, por lo que está violentando las ordenanzas municipales en lo que se refiere a la limpieza de la ciudad. De nada han servido las amenazas de los trabajadores del Sindicato “3 de marzo” de bloquear calles o de presionar al edil para que les otorgue los elementos necesarios para desempeñar su trabajo. El presidente municipal, Oswaldo García Jarquín sigue empecinado en hacer de la ciudad un cochinero.
Otro de los problemas urbanos que no han sido resueltos sino que se han exacerbado aún más, es el del comercio en la vía pública, tema del que ya hemos tratado en este espacio editorial. Los amagos de desalojo de los comerciantes del pasado 15 de noviembre, se vieron bajo el prisma de calentar los ánimos y que los afectados boicotearan el V Informe del gobernador Alejandro Murat. El problema sigue. El ambulantaje no se ha salido del Centro Histórico por más que el ayuntamiento haya mandado cerrar con vallas los accesos, desde el mes de julio, situación que ha crispado los ánimos de los propios ciudadanos, operadores de taxis, prestadores de servicios turísticos y comercio establecido. Han sido pues, medidas descabelladas, burdas y torpes, pues lejos de estimular la economía ya de por sí afectada por la pandemia, el cierre del Centro de la ciudad ha traído consigo más daños.
El conjunto de problemas que recibirá el edil electo, Francisco Martínez Neri, no tiene precedente en la historia política oaxaqueña. Es cierto, se han dado casos de adeudos y otros asuntos pendientes, pero jamás los capitalinos tuvimos que tolerar situaciones como la falta de recolección de basura o tener frente a sí una imagen tan triste y lamentable como la que hemos tenido en los últimos días. Estamos pues a poco más de 20 días de que concluya esta administración y en puerta el período vacacional decembrino. Es una lástima que el actual edil haya echado por la borda la confianza y el bono democrático que le otorgó la ciudadanía. El cierre de su gestión, es algo abominable.