Atender las aspiraciones de los oaxaqueños por alcanzar progreso que siguen postradas sigue siendo el mayor reclamo de una entidad que se resiste a seguir en los últimos peldaños del desarrollo nacional. Ante los agravios que pesan entre los oaxaqueños urge una convocatoria para establecer los consensos necesarios para la prosperidad de los oaxaqueños, para que pasemos de la queja a la participación activa y seamos actores del cambio.
Todo pasa por una puntual rendición de cuentas y transparencia en cada una de las acciones de gobierno y en ese ánimo alcanzar un mejor manejo de los recursos, hacer más con menos es indudable que se necesita adelgazar el aparato burocrático, pero no a costa de la eficiencia y eficacia que se requiere, ante el riesgo de seguir sumidos en la mediocridad de los servicios y acciones.
A punto de que se inicie el tercer año de gobierno, los ciudadanos piden se atienda uno de los mayores reclamos de la sociedad oaxaqueña que es contar con seguridad física y patrimonial ante la creciente embestida de la delincuencia en las diferentes regiones del estado. Una verdadera estrategia en contra de la delincuencia, de la corrupción y la impunidad, con acciones firmes y contundentes para desalentar los actos al margen de la ley.
Oaxaca requiere de más y mejores resultados, de contundencia en cada una de ellas para empezar a devolverle la seguridad que tanto exige, pues en la medida en que se recupere el principio de autoridad y se restablezca el Estado de Derecho se podrá caminar en la ruta correcta.
Nuestro país está en un momento clave para atraer inversión y fomentar el desarrollo equilibrado del territorio, lo cual requiere una política de desarrollo productivo que promueva la innovación, cree empleos de calidad y mejore las condiciones de vida de la población.
En nuestro estado se debe de alentar una política de desarrollo productiva como un conjunto de políticas que buscan la transformación de la estructura de la actividad económica; la búsqueda de algún objetivo para fomentar el progreso, equidad social, financiar un estado de bienestar robusto y atender el cambio climático, entre otros.
Alimentos saludables
La forma en que se obtiene y se consumen los alimentos ha cambiado radicalmente en las últimas décadas, generando enfermedades, inequidad social y daño irreversible al medio ambiente. De ahí la propuesta para tener un abordaje integral a partir de una política agrícola que impacte en diversas esferas urgentes de atender en el país, como la salud, los recursos naturales y la superación real de la pobreza, especialmente en las zonas rurales.
Ante tales condiciones aumenta la exigencia de crear un Sistema Alimentario Nutricional que implica necesariamente un gran acuerdo político nacional, que ponga en el centro el bienestar social, ambiental, económico y cultural de todos los mexicanos. Debido a la profunda crisis social, sanitaria y ambiental que se vive en el país, evidenciada por las estadísticas oficiales en salud, nutrición, medio ambiente, es necesario superar la ausencia de un sistema alimentario.
Se debe garantizar el abasto de una alimentación saludable basada en formas de producción sustentables que permitan combatir la pobreza económica rural y revalorizar la cultura agrícola y culinaria del país. Impulsar componentes que conforman el manifiesto para lograr que en México se tenga un sistema alimentario que apoye a la nutrición y que sea justo y sustentable.
La alimentación saludable enfatiza las frutas, las verduras, los cereales integrales, los productos lácteos y las proteínas. Las recomendaciones de lácteos incluyen leche baja en grasa o sin grasa, leche sin lactosa y bebidas de soya fortificadas. Otras bebidas de origen vegetal no tienen las mismas propiedades nutricionales que la leche de origen animal y las bebidas de soya. Las recomendaciones de proteínas incluyen mariscos, carnes y aves magras, huevos, legumbres (frijoles, guisantes y lentejas), productos de soya, nueces y semillas.
Para lograr lo anterior, también es esencial generar estrategias para revertir la alta concentración del mercado agroalimentario en unas cuantas corporaciones transnacionales. Además de una regulación estricta a la agroindustria, recuperando la alimentación saludable y reduciendo el consumo de alimentos ultra procesados.