La conducta infantil, requiere en su desarrollo de modificaciones al comportamiento espontaneo que tienen los niños, mediante recomendaciones y acciones que sus padres toman en iniciativa para cambiar las que se consideren inadecuadas. De acuerdo con la responsabilidad y sentimientos afectivos de verdadera ayuda, esta educación se va logrando de forma adecuada cuando existe una formación y conocimientos suficientes para lograrlo. El extremo contrario, los padres o familiares encargados de la atención de los niños, que no se sienten vinculados al sentimiento afectivo o responsabilidad de educar a los niños, además de iniciativas poco razonables y más instintivas serán las que condicionen en lugar de la educación en los niños, el maltrato en su desarrollo.
Diversas expresiones de la violencia sobre algunos grupos humanos son justificadas, que permiten ser negadas o aceptadas como formas de relación. Entre los niños es muy frecuente encontrar modalidades de maltrato que por lo sutil y sistemático de su presencia se confunde con métodos educativos.
El machismo es otro elemento de violencia sobre el niño y la familia, característica de nuestra sociedad, que se manifiesta no sólo en la toma del personaje en la estructura familiar, sino en actitudes de dominación e irrespeto del marido frente a su mujer y a sus hijos, sobre quienes ejerce en muchos casos diversas formas de maltrato y desafortunadamente de ejemplo como aprendizaje en la conducta del niño, para desempeñarse de forma similar en su papel futuro familiar.
La violencia que el adulto ejerce sobre el menor, llámese padre, madre, maestro, vecino, está sustentada en un sentimiento de poder y autoridad del adulto sobre el niño. Esta imagen de superioridad permite que el niño a su vez asuma un comportamiento de sometimiento y “obediencia” a las órdenes del adulto, facilitando el maltrato, situación muy frecuente en el abuso sexual y la explotación laboral de los menores.
La severidad de los castigos de quienes tienen a su cuidado al menor, en especial los padres, crean en él aversión, dependencia, falta de autonomía, inestabilidad, incapacidad para tomar decisiones con respecto a la vida y en general falta de adaptación social, estos efectos ocasionan el abandono, falta de amor y de afecto. Un niño que ha sido maltratado con alguna frecuencia registra carencia a todos los niveles: afectivo, educativo, sensitivo y carencias en la relación con las otras personas.
Pero la principal razón para maltratar es el interés de “educar”, los padres consideran que sus hijos son muy maleducados, que hay que corregirlos usando el castigo físico, pero algunas veces producen lesiones intensas. Diversos factores de carácter emocional, social y económico se han relacionado con el maltrato infantil, como las relaciones familiares conflictivas, antecedente de maltrato en los padres, el desempleo, los escasos recursos económicos de la familia, problemas y trastornos emocionales de los adultos encargados del ciudad de los niños, el bajo nivel educativo de los padres, ausencia de uno de los padres, la drogadicción, jornadas extenuantes de trabajo de los padres que limitan el diálogo en la familia, la migración del campo a la ciudad.
También se han encontrado ciertos problemas físicos y psicológicos más frecuentes en los niños maltratados, como defectos neurológicos, trastornos psiquiátricos, enfermedades congénitas, separación temprana y prolongada de los padres, hijos concebidos mediante violación sexual, incesto, hijos no deseados o engendrados con la creencia de que solucionarían los problemas de pareja; y todas las situaciones en general, que no permiten establecer un vínculo afectivo entre el niño y los adultos que lo cuidan. Existen diferentes formas de maltrato:
Físico: ocasionado con mayor frecuencia a través de los castigos aplicados mediante el empleo de golpes con la mano, pies, palos, hierros o alambres; estrujones, quemaduras, sacudidas, estrangulamiento o ahogamiento y puede ser notorio por las lesiones en el cuerpo del niño, como: moretones, heridas, fracturas, quemaduras o amputaciones.
El abuso físico por negligencia se expresa básicamente en: negación intencional de alimentos, descuido en casos de enfermedad que pueden llevar al niño a un estado de gravedad o muerte, descuido en la higiene o aseo personal, accidentes frecuentes o destinación del niño a tareas superiores a sus condiciones físicas como cargar objetos pesados, cocinar, limpiar pisos y ventanas altas.
En la detección del abuso físico, frecuentemente se observa contradicción entre la explicación que da la familia a la forma como se produjo la lesión, el estado físico y el comportamiento del niño. Generalmente se observa temeroso, silencioso, y elude la presencia o aún la mirada de sus padres o de la persona que lo acompaña.
Emocional: Se caracteriza por la carencia o presencia insuficiente de figuras afectivas para el desarrollo del niño
* Abandono absoluto: Consiste en privar al niño de la presencia de figuras adultas, que se responsabilicen de su cuidado y desarrollo integral.
* Abandono relativo: mediante diversas manifestaciones, como rechazo a la presencia o a los comportamientos del niño, empleo de gritos, insultos, aislamiento, amenazas y miedos como métodos educativos, falta de estímulos afectivos, intelectuales y sociales. Encierro del niño, exigencias en el cumplimiento de roles de adultos, que exceden las capacidades físicas y emocionales del niño. Exigencias en el rendimiento deportivo o intelectual, que superan sus condiciones de desarrollo y la utilización del niño para encubrir problemas de la pareja o para chantajear a otra persona.
Estas modalidades de abuso emocional, aunque no dejan signos visibles de maltrato, sí producen serias consecuencias en la formación de la confianza básica del niño, su estabilidad emocional y desarrollo intelectual.
Sexual: Es una de las formas de maltrato que se ejerce con mayor frecuencia pero que menos se conoce, generalmente es ocultado por el menor ante amenazas del adulto o por sus padres, con el fin de evitar sanciones legales o censuras sociales.
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