Es una enfermedad de origen inmunológico, que condiciona principalmente manifestaciones digestivas, alteraciones en la absorción de nutrientes, y otros cuadros asociados, que muy comúnmente son confundidas con cuadros infecciosos.
En esta enfermedad participan factores genéticos y ambientales, para que se inicie el daño intestinal, relacionando el aporte en etapa temprana de alimentos que contengan las proteínas del gluten, como: trigo, cebada, centeno y avena asociado con deficiencia en el aporte de leche materna.
La enfermedad celíaca fue descrita en 1887 por un médico inglés, como una afección que requiere manejo nutricional de por vida. Llega a considerar esta enfermedad, con la importante carencia de alimentos (incluido el trigo) en países europeos durante la II Guerra Mundial, en que algunos enfermos mostraban remisión de sus síntomas, los cuales reaparecían al reintroducir el pan en su dieta.
Normalmente se describe con mayor frecuencia en los países europeos, relacionando su mayor incidencia en personas de piel blanca. Quizás por esta razón, es natural que la mayoría de los médicos en nuestro medio, de forma inmediata rechacen la posibilidad de esta enfermedad, al tener un niño el color de piel diferente.
Ya algunos estudios de investigación realizados en África, muestran prevalencias casi diez veces mayores que en las poblaciones europeas. Nuestra población está constituida principalmente por mestizos mexicanos; es decir, individuos que tienen 56% de genes nativos indio-americanos, 40% de genes de raza blanca y 4% de genes africanos.
En un estudio realizado con muestras de un banco de sangre en México, se encuentran resultados positivos, compatibles a considerar similares a países como Inglaterra o Finlandia; y quizás, si se realizan los estudios en pacientes con manifestaciones relacionadas, la incidencia sea mayor con posibilidad estadística, que tengamos al menos un paciente de esta enfermedad por cada cien personas.
Esta enfermedad, se caracteriza por generar diferentes manifestaciones de intolerancia con la ingesta de alimentos que contengan las proteínas del gluten, estableciendo desde edades tempranas de su contacto, una reacción inflamatoria e inmunológica que condiciona disminución en tamaño y número de las vellosidades intestinales, y de forma secundaria: deficiencia en la absorción de los nutrientes.
Esta intolerancia es de carácter permanente, se mantiene a todo lo largo de la vida y se presenta en sujetos genéticamente predispuestos a padecerla, con un porcentaje de riesgo hasta del 10% si se cuenta con un familiar que la tenga.
Influye la ausencia de la lactancia materna, la ingestión de dosis elevada de alimentos que contengan el gluten, así como la introducción temprana de esos cereales en la dieta de las personas susceptibles.
Las manifestaciones más habituales que suelen presentarse desde edades tempranas, son: dolores abdominales y de cabeza, delgadez extrema, deficiencia en el crecimiento, diarreas recurrentes y alergias, que en forma muy común suelen ser consideradas siempre como problemas de infecciones o de parásitos, justificando manejos variados ante la recurrencia frecuente del cuadro digestivo.
En la medida que el tiempo puede ir avanzando, se pueden agregar otras alteraciones que tienen relación con este tipo de enfermedad, y es posible que durante la adolescencia, se asocien: dolores articulares, úlceras en la boca muy molestas y erupciones en la piel.
En forma significativa, la enfermedad durante la etapa infantil se caracteriza por generar síntomas inflamatorios en cada ocasión que se consume gluten de los diferentes cereales, con presencia de cuadros diarreicos y dolor abdominal. En la medida que se produce la alteración atrófica de las vellosidades intestinales, se puede empezar a afectar el desarrollo del niño, teniendo como datos asociados: la presencia de un abdomen prominente ante la fermentación de nutrientes que no pueden absorberse, y un retraso de la velocidad de crecimiento para terminar con una estatura baja. El desarrollo corporal, se nota con: deficiencia en la acumulación de nutrientes corporales con aspecto delgado, y de forma particular estos pacientes no tienen acumulación de tejido en la región glútea, que en forma especial para esta enfermedad luce en forma aplanada.
Por tratarse de una enfermedad que en su relación con las alteraciones inflamatorias e inmunológicas que puede asociar, es posible hallar diferentes alteraciones en el transcurso de la vida (desde la infancia), que pueden incluir: anemia, fragilidades óseas, alteraciones del esmalte dental, sangrados por deficiencia en la absorción de vitamina K, dolores articulares, falta de coordinación en los movimientos de las manos o de los pies, epilepsia, caída del cabello, ansiedad, depresión, abortos recurrentes, infertilidad y algunos tumores de localización intestinal, o enfermedades inmunológicas con datos de diabetes o de afección en la tiroides.
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