Los corridos son un género musical que está muy arraigado en el gusto de los mexicanos. Son un relato musical de acontecimientos; de hechos relevantes para una comunidad; de personajes buenos y malos, de matones siniestros o actos heroicos; de tragedias y sucesos; de traición y venganza…
Corridos hay en México que vienen desde la época de la Colonia. Se sabe que este modelo proviene del romance español que se desarrolló en la Edad Media. Un género literario, entonado, que llevaban los juglares de pueblo en pueblo para relatar a otros lo que ocurre en tal comunidad o lo que pasó con este o tal personaje. Así, durante la conquista y el virreinato pasó a México, en donde adquirió personalidad propia…
Y se les llama “Corrido”, usado como substantivo, porque refiere a cierto tañido que se toca en la guitarra u otro instrumento, a cuyo son se cantan las que llaman Xácaras. Se le dio este nombre de ‘corrido’ por los españoles por la ligereza y velocidad con que se tocan.
Pero adquiere identidad nacional a principios del siglo XIX cuando comienza a relatar los hechos que ocurrían durante la Guerra de Independencia en México. El Instituto Nacional de Antropología e Historia registra como uno de los primeros corridos propiamente nacionalista a uno dedicado a Miguel Hidalgo a su paso por Zacatecas en 1811.
Y de ahí en adelante nunca faltaron los trovadores, los juglares mexicanos que recorrían pueblos y ciudades, villas y poblados para cantar las historias que recogían en el camino.
Y por entonces las relataban con música a cambio de unas monedas para su propia subsistencia. Muchos de estos corridos son anónimos, de dominio público, aunque algunos otros ya tienen bien identificado al escritor y al autor que los compusieron y por qué.
Durante mucho tiempo fueron muy aceptados y repetidos por gran parte de los mexicanos al grito de: “… la triste historia de un ranchero enamorado, que fue borracho, parrandero y jugador: Juan se llamaba y lo apodaban Charrasqueado… de aquellos campos no quedaba ni una flor…” … “…la noche en que la mataron Rosita (Alvírez) andaba de suerte, de tres tiros que le dieron nomás uno era de muerte…”
Y lo dicho. Los corridos son el retrato de una sociedad en un momento y en determinada circunstancia. Es la crónica de la vida de México y su gente.
Pero, se da el caso que de pronto a alguien se le ocurrió la creación de los ‘Corridos Tumbados’, que es un subgénero musical descendiente del corrido mexicano y que en muchos casos relata acontecimientos de nuestros días vinculados con el crimen organizado, con el narcotráfico y con sus personajes.
Su origen quiere parecer al corrido clásico, pero se da la circunstancia de que en el actual momento de extrema violencia en el país, de homicidios y narcotráfico, estos relatos adquieren una connotación de crónica musical pero también, en algunos casos, podría ser simpatía y apego por los personajes relatados y sus hechos violentos.
Por propia voluntad o por encargo, los autores e intérpretes saben que al acercarse a estos temas pueden correr el riesgo del rechazo oficial, pero también la simpatía del personaje referido o la circunstancia en las que se ven envueltos. Casi siempre en tono de alabanza y reconocimiento a su extremo sentido de la vida y al mundo en el que viven y actúan.
Estos corridos gustan a mucha gente en México. De ahí su éxito rotundo en nuestros días y el que muchos intérpretes y compositores se esmeren en producir cada vez más este producto musical.
Ya se tenían antecedentes de gobiernos estatales que objetaban este tipo de expresión musical. Pero la detonante en contra ocurrió en Jalisco cuando “Los Alegres del Barranco” se presentaron en Zapopan haciendo apología de personajes del crimen organizado, en la música y en imagen.
Como consecuencia tuvieron una seria reprimenda del gobierno estatal. El repudio de muchos. El gobierno de EUA les suspendió sus visas y se cancelaron muchas de sus presentaciones.
Otros estados han prohibido la divulgación de estos corridos y sugieren amonestaciones a intérpretes, grupos y empresarios que los lleven en sus espectáculos.
Para sorpresa, la reacción en contra de la prohibición gubernamental vino de parte del mismo público en la Feria de Texcoco cuando la noche del 11 de abril, enfurecido porque el cantante Luis R. Conríquez anunció que no cantaría los corridos que le han hecho popular. Su negativa se debe al ambiente adverso desde distintos gobiernos estatales.
A raíz de esto, la presidente de México, Claudia Sheinbaum, dijo que en México no hay censura, que solamente se ha invitado a compositores e intérpretes a buscar alternativas artísticas a estas expresiones musicales.
En todo caso, prohibirlos no lleva a ningún lado. Seguirán existiendo mientras la realidad sea la que hoy se vive en México:
Violencia extrema; homicidios dolosos a granel; enfrentamiento de grupos con muertos y daños, así como con víctimas colaterales en gran cantidad. Esto en la mayor parte del país. De ahí que el gobierno de Trump acuse a grupos del narcotráfico como terroristas.
Sí es censura prohibirlos. Es prohibir una forma de expresión. Es negar lo que pasa y lo que ocurre aquí. Y aunque se impida su divulgación pública van a seguir existiendo, ya por interés económico o cultural, pero estarán ahí, porque también son parte de la cultura mexicana: el corrido.
Lo conveniente y más certero sería cambiar la realidad. Que el gobierno mexicano asuma su responsabilidad y combata con seriedad este fenómeno social criminal que ensombrece la vida de miles de mexicanos y que tiene distintos orígenes: la pobreza y la desigualdad, dos de ellos.
Si este espectro termina, si esto para, los autores, compositores, intérpretes, productores tendrán que retratar otra realidad porque la de hoy habrá terminado; sólo entonces los corridos dirán lo que pasa y lo que ocurre en ese otro México y su gente.