Berenice Giles y Miguel Hernández eran dos jóvenes reporteros gráficos. Estudiaron periodismo en la Facultad de Estudios Superiores de Aragón – UNAM-. Ambos, de la carrera de comunicación y periodismo, querían consolidar una línea profesional en la información gráfica, a través de su especialidad, la fotografía y periodismo digital.
Los dos trabajaban para medios del área de espectáculos en festivales y conciertos masivos en los que se presentan grandes artistas y acuden multitud de jóvenes para disfrutar su juventud y su música.
Hacer la crónica fotográfica de estos eventos enriquece al periodismo y enriquece al medio en el que se publican las imágenes de lo que hoy es la vida en nuestro país, lo que ven y viven los jóvenes y sus gustos musicales; su euforia y su locura juvenil siempre vigorosa.
Quienes hacen este trabajo requieren conocimientos técnicos, periodísticos y la sensibilidad artística para captar la esencia de las expresiones de los jóvenes que acuden a estos festivales, así como el espectáculo mismo.
Hasta ahí todo aparentemente bien. Si. Pero no.
Resulta que el sábado 5 de abril por la tarde los dos jóvenes reporteros gráficos acudieron a la cita con su responsabilidad. Su medio les pidió que cubrieran el festival “Axe-Ceremonia”, que se llevó a cabo en la Alcaldía Miguel Hidalgo, de la capital del país. Era un evento extremadamente masivo. Se calcula que acudirían aproximadamente 45 mil muchachos y muchachas a la celebración.
Pero cuando un grupo interpretaba música de rock en el foro, una grúa de carga pesada comenzó a levantar y mover una estructura publicitaria de peso extremo. El viento fuerte y lo pesado de la carga hicieron que ésta se desplomara y cayera sobre los dos jóvenes periodistas.
Quienes estaban cerca no daban crédito a lo ocurrido. Y muchos acudieron para brindar auxilio a los muchachos que habían quedado debajo de aquella mole pesada.
Y mientras la tragedia ocurría, seguían llegando muchachos y muchachas al evento. Los organizadores quisieron minimizar el hecho y decidieron continuar con el festival. Lo hicieron a pesar de la tragedia y la pérdida de la vida de los dos muchachos periodistas a quienes de urgencia llevaron a un hospital público, pero no alcanzaron a llegar: habían muerto.
Y nos queda la nota amarga: ver que la carrera periodística sigue siendo una profesión de alto peligro en el mundo, y sobre todo hoy en México. No sólo porque muchos de los periodistas trabajan en zonas de alto riesgo, amenazados por el crimen organizado, irascible y violento…
… Y atemorizados por políticos y funcionarios de gobierno que no ven con buenos ojos que la sociedad conozca sus tropelías, errores y fechorías.
Se sabe que el enemigo público número uno del periodismo verdad y de los periodistas de verdad es en gran medida el gobierno mismo, el cual desprecia a los comunicadores: políticos y funcionarios se refieren a periodistas, comunicadores y medios con enojo y sorna. Nunca de frente.
… Aunque intenta utilizarlos para enviar sus mensajes envenenados en contra de sus adversarios políticos o intenta que éstos se vuelvan propagandistas de sus obras, no siempre ciertas. Depende del periodista y de su ética si se deja manipular por ellos, tanto por funcionarios como políticos.
Pero también es peligroso el trabajo periodístico porque con frecuencia las condiciones laborales llevan a ejercerlo en condiciones precarias y sin los protocolos de seguridad indispensables, como fue el caso de Berenice y Miguel, ambos free lancers de sus medios y, por lo mismo, no tenían salario fijo, sin relación laboral firme y mucho menos seguridad social. ¿Quién se hace cargo de esto?
La Fiscalía de la Ciudad de México investiga ya la presunta responsabilidad de los organizadores que utilizaron una grúa montacargas después de haber ocurrido la supervisión hecha el viernes anterior, tanto del gobierno de la Ciudad de México como de la alcaldía Miguel Hidalgo.
Pero también hay que indagar el grado de responsabilidad de las autoridades del gobierno federal, de la Ciudad de México y de la alcaldía en sus áreas de protección civil.
En la lucha por endosar responsabilidades por la tragedia ocurrida, la señora Myriam Vilma Urzúa Venegas, titular de la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil (SGIRPC) de la Ciudad de México aceptó que junto con la alcaldía Miguel Hidalgo, cuyo titular es Mauricio Tabe (PAN) llevaron a cabo la supervisión de seguridad el viernes 5 de abril, sin encontrar falla alguna que impidiera el evento.
Ambos funcionarios se deslindan de la responsabilidad y de forma indirecta acusan a los organizadores del evento porque utilizaron esa grúa a última hora.
Y sin embargo la responsabilidad no termina con supervisar previo al evento, también es indispensable que autoridades estén durante el evento para advertir de cualquier violación de los protocolos aprobados. ¿Quién tendría que estar ahí para evitar el uso de esa grúa?
La presidente de México, Claudia Sheinbaum, se refirió al evento, lamentó la muerte de los jóvenes y envió sus condolencias a los familiares de ambos. Sí, pero aprovechó el foro para politizar la tragedia y señalar a la alcaldía de Miguel Hidalgo –cuyo gobierno corresponde al PAN—de ser la responsable de garantizar la seguridad de un evento cuyo ámbito legal es federal.
Hoy todos los involucrados se deslindan y acusan a otro de lo ocurrido. Al final, como en muchos otros casos no se llegará a ningún lado y el hilo se romperá por lo más delgado. Veremos.
Mientras tanto dos jóvenes que comenzaban a esbozar su futuro profesional murieron. Sus aspiraciones por llegar a ser grandes periodistas gráficos y grandes periodistas en medios de comunicación de universo abierto. Ya no serán. Ya no estarán en la talacha diaria, interminable, agotadora, como es el periodismo.
Tienen toda la razón sus colegas fotógrafos al exigir justicia en nombre de Berenice y Miguel, así como también seguridad para el trabajo periodístico. Es la lucha interminable. Ambos, los dos muchachos soñadores merecen eso: justicia y reivindicación laboral para el periodismo.
El periodismo nacional sigue. Es así y así será. Pero faltan dos muchachos. Berenice y Miguel.