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YURIRIA SIERRA/EXCÉLSIOR

La vida les cambió en cuestión de segundos. El futuro que tenían planeado se interrumpió. Algunas veces para nunca ser alcanzado, otras, para verse más lejano, al final de un camino que deberá andarse mucho más despacio. No hay certeza de las cifras, porque el Estado prefiere hacer como que nada ocurre, la precisión obligaría a la toma de conciencia y compromete al encuentro de soluciones. Mejor que se las arreglen solas.

“La condena es para nosotros, no para los agresores, porque es una condena social, es una condena laboral, es una condena hasta sentimental, entonces es una condena realmente para nosotras, las que hemos sufrido ese tipo de ataques en todos sentidos…”, María.

“Fue el 7 de agosto de 2019. Me dirigía hacia mi trabajo, eran como las siete, siete y cuarto, cuando iba caminando y a mitad de la calle un sujeto no sé si ya me estaba esperando, no lo sé, al momento de cruzar, me arrojó el ácido y se fue en su bicicleta…”, Karina.

Son testimonios recogidos por mi compañero Abraham Nava, para una entrega especial que tuvimos esta semana en Imagen Noticias. María y Karina sufrieron la misma violencia que María Elena Ríos, la joven saxofonista que no ha detenido su lucha por encontrar la justicia que, por complicidades, le han negado. No son las únicas, por eso la vida las llevó al encuentro de Carmen, una de las 33 víctimas de este tipo de agresiones que se tienen registradas en el país, es el dato más aproximado, porque la cifra real aún es desconocida: 

“El 20 de febrero de 2014 mi expareja sentimental intentó asesinarme atacándome con ácido…”, y desde entonces, Carmen no ha parado. Y con esas ganas, creó una fundación que lleva su nombre, Carmen Sánchez, dedicada a la atención de mujeres que han padecido esta violencia. Y en esta labor no está sola, en uno de esos caminos y cruces apareció la doctora Isela Méndez, dermatóloga que hoy, de manera independiente, hace lo posible para tratamientos capaces de hacerles recuperar la vida y confianza a estas mujeres, y que sean accesibles para ellas. “Es una dermatología reconstructiva y, pues, es muy gratificante el volver a verlas y ya están sonriendo y más tranquilas y, aparte, el juntarnos aquí entre ellas platican, cómo te va, o sea que no se sientan solas…”, expresó para estos reportajes.

¿Quién mejor que ellas entiende las necesidades para combatir esta arista de la violencia de género? El Estado tendría que actuar ya para brindar lo mínimo a cualquier víctima de una agresión. Para este caso y, desde este espacio, reconocemos el valor y la fuerza de estas mujeres víctimas de ataques con ácido. También el trabajo que Carmen hace desde su fundación y su ejemplo de resiliencia; así como la labor de la doctora Isela Méndez, que de manera independiente es parte de esta cadena de apoyo que está cambiando vidas. Ojalá que pronto el Estado ponga manos a la obra y atienda este asunto de seguridad desde una perspectiva integral: atención a la víctima, pero también prevención de este delito y castigo a los agresores. No más impunidad.


aa

 

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