Conocer el origen de los apellidos que terminan en -ez es un viaje hacia nuestras raíces. Estos apellidos, en su mayoría provenientes de España, llevan consigo significados que se remontan a siglos atrás y reflejan no solo la identidad familiar, sino también aspectos culturales de épocas pasadas.
La historia de estos apellidos está íntimamente ligada a la Edad Media. Durante este periodo, el aumento de la población y la expansión del comercio hicieron necesario un sistema de denominación más elaborado. Así, los nombres de pila ya no eran suficientes para identificar a las personas, lo que llevó a la creación de apellidos que transmitían información sobre la ascendencia familiar y la genealogía.
UN LEGADO FAMILIAR
Los apellidos que terminan en -ez son típicos de los apellidos patronímicos, que indican el linaje familiar. Su significado es “hijo de”, y se forman a partir del nombre del padre, seguido de la terminación “-ez”. Por ejemplo, si un hombre se llamaba Juan y su padre era Benito, su apellido sería Juan Benítez. Esta estructura se repite en otros apellidos, como Pérez (hijo de Pedro) y Rodríguez (hijo de Rodrigo).
La influencia de estos apellidos se extiende más allá de España, llegando a diferentes países de América Latina. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) de México, el apellido más común es Hernández, que significa “hijo de Hernán o Hernando”. Esto evidencia cómo la herencia española ha dejado una huella significativa en la cultura e historia de la región, creando un lazo entre generaciones.
Los apellidos que terminan en -ez no sólo sirven como una forma de identificación, sino que también son portadores de una rica herencia cultural y familiar. Conocer su significado permite apreciar el origen de las personas y la historia que se encuentra detrás de cada nombre. Así, entender el significado de estos apellidos es una manera de conectar con un legado que ha perdurado a través del tiempo, recordándonos la importancia de nuestras raíces.