Heriberto Cirilo Jiménez Luna, fundador de la Zapatería Betito no quiere “bajar la cortina” de su emblemático negocio sin agradecer a sus clientes y sobre todo a su compañera de vida Julia Guzmán por acompañarlo en un travesía de casi 70 años.
“Como todo ciclo en la vida tiene un inicio y un fin y por así convenir a los intereses de los socios fundadores y operativos su “Zapatería Betito” ubicada en la calle de las Casas #318 en el Centro Histórico de la ciudad de Oaxaca, cierra sus puertas definitivamente el 31 de diciembre de 2024”, fue el anuncio en redes que despertó el interés y causó desencantó de cientos de personas.
Julia Guzmán Hernández de Jiménez y Heriberto Cirilo Jiménez Luna, quienes con mucho trabajo y sacrificio hicieron una empresa exitosa que dio trabajo a muchas familias oaxaqueñas, le agradecen, postearon los hijos.
En entrevista para EL IMPARCIAL, el Mejor Diario de Oaxaca, la cabeza empresarial de un negocio que comenzó un diciembre de 1954 relata con nostalgia los complicados inicios de una próspera empresa oaxaqueña que calzó a generaciones.
Una vida plena y de mucho trabajo
Sentado en su sala, el hombre de unos 90 años reconoce que hace 70 años dieron comienzo a una aventura con unas cuantas muestras de zapatos, pero poco a poco fue consiguiendo créditos, aunado a que probaba suerte en plazas de los Valles y del interior.
En 1954 tenía mi pequeña zapatería aquí en Bustamante y me fuí abriendo paso porque había casas que me daban créditos, fábricas también me daban créditos, pero la casa que me daba más crédito eran las de calzado de plástico en la capital del país.
Gracias al trabajo efectuado con ahínco pasó de un crédito de 40 mil pesos a tres millones de pesos, “un empresario extranjero de la Ciudad de México nos tuvo confianza y amplió el préstamo a pagar a dos meses, pero nos esforzamos y cumplíamos con el pago medio mes antes”.
No obstante recuerda que fue allá por 1960 cuando su negocio alcanza la época dorada, “ya me empecé a mover, empecé a conocer y a que me conocieran, es más, yo abría mercado hasta Guatemala, ahí me metía a tratar con la gente, y aquí estaban las zapaterías y les ponía zapatos en la frontera, camiones completos de zapatos”.
Acompañado de su esposa y de sus hijos, añade que fue una persona muy deportista, recordó que iba hasta la punta del Cerro de San Felipe trotando y a diario llegaba a Monte Albán.
Una pandemia que arrasó con todo
Pero, la pandemia de Covid ocurrida en 2019 comenzó con el deterioro anímico de los socios fundadores.
Y es que el confinamiento prolongado hizo mella en la salud del señor Heriberto Jiménez.
“Podemos decir que este cierre (comercial) no es debido a un efecto económico, sino más bien a un factor personal y de cuidado de nuestra salud, además que fue lo más conveniente para los intereses de todos los socios. Digamos que llegó a su fin un negocio familiar”.
Sobre el futuro del negocio, anota que quizá alguno de sus hijos va a seguir con algunos productos de calzado, si es que ellos lo acuerdan así y si no, pues van a terminar con remates.
“De satisfacción estoy absolutamente gustoso, con mucho ánimo. Y mucha gente, veo que me aprecia y me emociono de ver las expresiones de las redes, ¡qué bárbaro! me fui de espaldas, yo no creía que tanta gente estaba contenta con nuestro servicio”, sostiene.
Dice estar satisfecho con lo logrado con un negocio que perduró por 70 años, “no nada más he recibido una llamada de teléfono de aquí del estado, sino de otras partes, de la Ciudad de México, Houston, yo no sé cómo llegó hasta ellos toda esa cosa del cierre”.
Los difíciles comienzos
Don Heriberto (Beto) relata que su inicio fue con muchas carencias, “pero yo creo que cuando hay voluntad y hay necesidad de llegar a hacer algo cualquiera estamos en el camino de llegar al éxito”.
“Muchos me preguntan cómo lo hiciste, bueno lo hice trabajando constantemente, levantándome a las 5 de la mañana y acostándome a las 12 de la noche y levantándome antes de las 5 de la mañana y así fue que empecé”, detalla.
Reconoce que arrancó con una pariente en el mercado de Abastos que tenía una fábrica de huaraches rudimentarios, “allí empecé porque ella también vendía zapatos y con el poco capital que yo logré hacer allá, con 7 mil 500 pesos, con eso inicié mi negocio y puse mi primera zapatería”.
Muchos me decían que iba a quebrar porque había empresas muy fuertes en la calle de Bustamante, pero confié en mí, en el trabajo junto a mi compañera de vida (Julia Guzmán) y hoy, 70 años después bajaremos la cortina con mucha gratitud para el pueblo de Oaxaca, cierra la charla.