Un dato sorprendente es que el ser humano puede sobrevivir hasta treinta días sin alimento, pero sólo un margen de tres días sin líquidos. En los primeros días de vida, un recién nacido tiene un 80% de agua en su cuerpo, cifra que disminuye hasta un 60% en la edad adulta. Las diferencias en la composición corporal también influyen: las personas con sobrepeso tienden a tener menos agua que las delgadas, y las mujeres poseen un porcentaje menor de agua que los hombres.
Nuestros órganos, como los ojos, contienen una cantidad notable de agua. El vítreo ocular está compuesto en un 99% por agua, y nuestros músculos contienen alrededor del 80% de líquido.
Pero, ¿cómo mantener ese equilibrio hídrico? Nuestro cuerpo expulsa diariamente cerca de dos litros de líquido a través de diversas vías, como la piel, la orina, las heces y la respiración. Por ello, se recomienda consumir entre 1,5 y 2 litros de líquido al día, una cifra que puede aumentar dependiendo de las actividades y condiciones físicas.
Si no atendemos a estas necesidades, las consecuencias pueden ser graves. La deshidratación inicia con síntomas como dolores de cabeza y cansancio, y puede desencadenar en problemas circulatorios, un aumento en la tensión arterial o, en casos extremos, llegar a un estado de shock o coma.
A medida que envejecemos, nuestra sensación de sed disminuye, lo que resulta preocupante, especialmente en personas mayores que, además, podrían limitar su consumo de líquidos por miedo a la incontinencia.
Hay que tener en cuenta ciertas condiciones y sustancias que alteran nuestro equilibrio hídrico. Por ejemplo, el alcohol tiene un efecto diurético que puede conducir a la deshidratación. Por otro lado, un consumo excesivo de agua puede resultar tan peligroso como no consumirla. Beber más de cinco litros en un corto período de tiempo puede causar hiperhidratación y graves problemas como el edema cerebral.
En resumen, mantener un equilibrio adecuado en el consumo de agua es fundamental para nuestra salud y supervivencia. Asegurémonos de atender a las señales que nos envía nuestro cuerpo y de consumir la cantidad necesaria para mantenernos hidratados y saludables.