¡Viva la Virgen de la Merced!, ¡A la bio, a la bao, a la bim bon ba, la Virgen María, ra, ra, ra! es el grito eufórico que lanza por un megáfono el párroco del templo de la Merced, Armando Fabián. El sacerdote camina detrás del carro adornado con flores donde se colocó la imagen de bulto de la Virgen de La Merced. El recorrido comenzó a las 16:30 horas acompañado de música de banda, rezos y cantos de la comunidad católica, que hoy está de fiesta.
El motivo de esta procesión encabezada por los estandartes y relicarios de la Hermandad del Rosario, es anunciar entre las calles que rodean al templo, que este edificio religioso vuelve abrir sus puertas al culto católico, después de una espera de doce años, donde se mantuvo cerrado ante las afectaciones que diversos sismos le ocasionaron.
Las manos de niñas y niños que son levantados en brazos por sus padres, bañan a la imagen de la Virgen de la Merced de pétalos de flores, la alegría de esta comunidad católica es evidente, palpita en cada grito, en cada paso, sobre todo en la gente grande que ha asistido, hombres y mujeres que orgullosos muestran en sus pechos los escapularios e insignias de los grupos de oración a los que pertenecen y que se hacen presentes en este momento histórico.
Durante el trayecto que inició frente a la fachada de la iglesia de La Merced, sobre la calle de Manuel Doblado, la fe viva del pueblo católico de Oaxaca crece a cada instante, personas y más personas se suman al contingente en las calles de Vicente Guerrero, Independencia, Hidalgo, Leandro Valle y Morelos. De las azoteas vuelan y caen pétalos de rosas para honrar la presencia de la imagen de la Virgen de La Merced.
El efusivo encuentro de antiguos vecinos es la luz que despierta el ánimo de volver al barrio, de reencontrarse con el templo y la presencia de una amada advocación de la Virgen María que volverá a su nicho para reunir a quienes se habían dispersado, es la madre que otra vez reúne a sus hijos en casa. Aunque en los últimos años esta imagen fue venerada de forma cotidiana en los pasillos de la casa parroquial.
A las seis de la tarde, la efigie de la Virgen de la Merced llega otra vez a su templo, las porras vuelven a oírse, una ‘Diana’ y otra más son interpretadas por la banda de viento que encabezó el recorrido, la imagen de bulto desciende del transporte donde transitó por su territorio, para llamar a sus devotos.
De la banqueta de la calle a la entrada del templo se forman dos filas de creyentes, que luchan por tener la mejor visión y a su vez dar paso a la Virgen de la Merced, que ya es esperada por el arzobispo de la Arquidiócesis de Antequera, Pedro Vázquez Villalobos. La euforia por ver de cerca la belleza espiritual que desprende la imagen conmueve a muchos asistentes, los gritos y cantos católicos suenan con fuerza.
Primero entra la Virgen al templo y unos minutos después, apresurada la feligresía busca una banca vacía, también ingresan diez sacerdotes invitados, treinta seminaristas y quienes pueden hallar un espacio libre para ser testigos del rito de Consagración del Altar Mayor y del templo. Un hecho que cobrará mayor valor con el paso del tiempo.
Solo un candil está encendido, la penumbra se hace acompañar de un chillante ruido que producen las cadenas que se deslizan para subir a la imagen de la Virgen de la Merced a su nicho en el altar mayor. La Virgen ya trae consigo su emblemático resplandor, sin embargo, el niño que carga en sus brazos no porta en su cabeza sus tres potencias que lo distinguen.
Ya pasan de las 18:30 horas y el templo está a su máxima capacidad, en el atrio el cielo también se ha oscurecido. Si este domingo hubo un lugar donde la fe católica irradió intensamente, ese sitio fue en la iglesia de la Merced.
El arzobispo de la Arquidiócesis de Antequera llega al altar mayor entre cantos y la música que emana en lo alto del coro, y se anuncia en las bocinas, que se hará la entrega oficial del templo por parte del antropólogo Omar Vázquez Herrera, director del Centro INAH Oaxaca, quien sube al altar acompañado del titular del Instituto del Patrimonio Cultural de Oaxaca, Fernando Molina Herbert y del arquitecto Germán Baltazar.
“Queremos agradecer a la gente del barrio de la Merced por esta gran espera, en la recuperación de este inmueble histórico y religioso que tomó varios años para su rescate”, dice emocionado el director del Centro INAH Oaxaca.
Luego, Fernando Molina Herbert tomó el micrófono para decir que fueron 31 millones de pesos el monto que se invirtió por los gobiernos federal y estatal para revertir los daños que se acumularon durante doce años ante los sismos y el abandono.
Agregó que los trabajos abarcaron la consolidación de bóvedas y muros, la renovación de cantería, pero el mayor reto fue la sustitución de una bóveda de 500 toneladas de concreto por una nueva de ladrillo de menor de peso, que se hermana con más armonía a la estructura original del inmueble.
Así, teniendo a la Virgen de la Merced como testigo principal, las autoridades entregaron al arzobispo el acta donde se deja constancia que la comunidad puede tener el disfrute del inmueble. Los aplausos eran interminables, mientras los invitados tomaron su lugar para vivir el protocolo del acto católico.
El momento del rito de la Dedicación del templo llegó, con la Consagración del Altar Mayor y del templo mismo, a través de ungir el Santo Crisma, un aceite que se impregnó en la mesa del altar mayor y seis puntos al interior del templo, donde se encendieron seis velas que solamente se volverán a prender cada año en la está misma fecha.
Así, la luz volvió de vuelta al templo, cada foco fue encendido, todo se iluminó, los feligreses reconocieron sus santos, las formas de los retablos y sus pinturas en las paredes; otra vez los creyentes estaban adentro, no solo de un edificio restaurado, sino dentro de sus recuerdos y su fe.
En el atrio los tamales se sirvieron, la música de banda no dejaba de sonar, las puertas del templo seguían abiertas y ya con pocos testigos el arzobispo de la Arquidiócesis de Antequera develó una placa que dejó constancia de este momento histórico para la comunidad católica de Oaxaca. Son más de las nueve de la noche, y el domingo 10 de noviembre de 2024 parece no tener fin.
José Luis Pérez Cruz/Santa Cultura