Por Redacción
Cada año, durante la Semana Santa, además de las tradicionales procesiones, misas y actos de reflexión espiritual, también resurgen múltiples creencias populares que, aunque ampliamente difundidas, no tienen un respaldo en la doctrina oficial de la Iglesia católica. Estos mitos, en muchos casos, son una mezcla de religiosidad popular, cultura oral y supersticiones que se han transmitido de generación en generación.
“No se deben tener relaciones sexuales en Semana Santa”
Una de las creencias más extendidas afirma que mantener relaciones sexuales durante estos días es pecado grave, o incluso que podría traer consecuencias negativas o castigos divinos. Sin embargo, esta idea no forma parte de la doctrina oficial de la Iglesia.
El padre Jorge Bustamante, sacerdote y docente en teología en Bogotá, explicó en entrevista que “la moral cristiana no prohíbe las relaciones sexuales dentro del matrimonio durante la Semana Santa; lo que se invita es a vivir estos días con recogimiento, reflexión y oración, pero no se trata de un castigo o una prohibición”.
El mito de la carne roja
Otra tradición profundamente arraigada es la de no consumir carne roja, especialmente el Viernes Santo. Si bien la Iglesia recomienda la abstinencia como acto de penitencia y recuerdo del sacrificio de Cristo, esto no implica una prohibición estricta, ni está asociado con supersticiones.
“El acto de no comer carne busca ser un gesto de humildad y sacrificio, no un mandato rígido ni una fuente de maldiciones si se incumple”, puntualizó el Vaticano en sus lineamientos de Cuaresma.
“El cielo se nubla a las 3:00 p.m. el Viernes Santo”
Una de las creencias más conmovedoras y simbólicas es que el cielo se oscurece cada Viernes Santo a las 3:00 p.m., hora en que, según los Evangelios, murió Jesús en la cruz. Muchas personas aseguran que, año tras año, el clima cambia misteriosamente a esa hora: se nubla, baja la temperatura e incluso hay momentos de silencio.
En algunos lugares, incluso se han reportado lluvias repentinas y breves justo alrededor de las 3 de la tarde, lo cual muchos consideran un fenómeno atípico y cargado de significado espiritual. Aunque no hay evidencia científica que respalde un patrón meteorológico constante, esta experiencia se vive como un momento de recogimiento que conecta lo natural con lo sagrado.
Para los creyentes, este fenómeno representa el dolor del mundo por la muerte de Cristo y se ha convertido en una forma emocional y simbólica de vivir la pasión. Más allá de lo climático, es un instante donde el ambiente parece detenerse en señal de respeto.
“Si te bañas el Viernes Santo, te conviertes en pez”
Este mito, especialmente popular en comunidades rurales de América Latina, sostiene que bañarse en ríos o lagos durante el Viernes Santo puede convertir a una persona en pez. Aunque esta idea puede parecer fantasiosa, sigue siendo tomada en serio por algunos sectores.
Desde la visión de la fe católica, no existe ningún fundamento para esta creencia. Se trata de una superstición sin base teológica, que más bien refleja temores ancestrales y la influencia del folclore.
Nacer un Viernes Santo: ¿maldición o bendición?
Algunos creen que los bebés nacidos en Viernes Santo “vienen con una cruz” o que están destinados a una vida de sufrimiento. No obstante, esta idea también carece de sustento religioso.
“El nacimiento en cualquier día del año es motivo de alegría para la fe cristiana. No hay días malditos ni fechas que definan el destino espiritual de una persona”, han reiterado autoridades eclesiásticas.
Barrer la casa trae mala suerte
En ciertas regiones también se dice que barrer el Viernes Santo atrae la mala suerte o aleja la prosperidad del hogar. Una vez más, esta idea proviene de tradiciones culturales sin conexión con la espiritualidad cristiana.
Tradición y fe, sin confusión
Si bien muchas de estas creencias forman parte del colorido de la religiosidad popular, es importante diferenciar entre las expresiones culturales y las enseñanzas de la Iglesia. La Semana Santa es un momento de profunda reflexión para millones de personas en el mundo, y vivirla con conciencia y entendimiento ayuda a fortalecer la fe y el sentido comunitario.
Desde la Iglesia se invita a los fieles a participar activamente en los ritos, pero también a cuestionar aquellas prácticas que no tienen base doctrinal. “Es válido vivir las tradiciones, pero siempre desde la luz de la fe, no desde el miedo o la superstición”, concluye el padre Bustamante.