Con piezas trabajadas en barro amarillo mezclado con barro rojo de San Marcos Tlapazola, la ceramista Macrina Mateo participa en la exposición “Intercambio”, que se presenta el Centro de las Artes de San Agustín (CaSa).
En ésta se puede ver el resultado del trabajo colaborativo entre Mateo y Gustavo Pérez (Ciudad de México, 1950), quien desde hace 50 años trabaja la cerámica y ha colaborado en distintos proyectos artísticos del CaSa.
La muestra finaliza este domingo 12 de febrero.
El intercambio
La obra es el resultado de un intercambio que realizaron ambos ceramistas hace una década. Pérez comentó que el origen de las colaboraciones que ha realizado fueron iniciativas del artista Francisco Toledo, “él tuvo el interés de este contacto con artesanos, gracias a él vi varias veces demostraciones, una demostración importante fue en el taller de Canela en San Agustín, con barros de diferentes comunidades, luego se dieron colaboraciones puntuales, con artesanos, esta última fue con el taller de Macrina”.
Mateo platicó que la idea era que cada uno compartiera su trabajo y experimentaran durante el tiempo que trabajaron en su taller en San Marcos Tlapazola.
Realizamos las piezas con el barro amarillo y rojo, al final cubrimos con cuatro capas de barro rojo. Las piezas fueron quemadas a cielo abierto, que es una técnica que consiste en hacer un círculo de ollas rotas que ya no sirven, y dentro del círculo se coloca la leña y encima las piezas. Se cubre todo de leña y se prende el fuego, a eso se le llama una quema de cielo abierto”, detalló Mateo.
Mateo, quien es miembro de la cooperativa Mujeres del barro rojo, dijo que trabajar con Pérez fue un placer y un gran aprendizaje. “Realizamos piezas que no trabajaba antes y fui experimentando más con el barro. Normalmente lo que hago son piezas utilitarias, y aquí elaboramos diferentes diseños y entre ellos esculturas”.
El trabajo creativo
Sobre la obra que integra “Intercambio”, Gustavo Pérez mencionó que se trata de “esculturas con formas cerradas, varias, incluyen elementos como aros, como si fueran asas, pero no hay ninguna utilidad en esos aros que definen la forma, también hay piezas que tienen un poco más de cercanía con lo utilitario”.
Es una etapa de mi trabajo, si se fijan bien en todo lo que he hecho antes y después se podrá apreciar que las piezas que presento son de ese momento de mi vida, de mi carrera, porque antes de ese momento nunca había hecho eso y después de ese momento no lo he vuelto a hacer, es un momento. Eso es lo que exige el trabajo creativo, exige ser consecuente con lo que uno quiere hacer en el momento y no estar repitiendo lo que ya se conoció lo que ya se encontró antes, es una búsqueda a partir de un interés y una curiosidad por descubrir”, compartió Pérez.
Un trabajo reconocido
Mateo contó que ella empezó a trabajar el barro a la edad de ocho años, actividad que ha continuado en los últimos 45 años: “mi primera maestra fue mi mamá Modesta Martínez Cruz, y con los años me capacité en diferentes talleres, pero este oficio en mi familia se ha transmitido de generación en generación. Desde hace varios años, además del maestro Gustavo Pérez fui a un curso de capacitación en Oaxaca en los años 80, ahí aprendí a mejorar mis piezas e innovar”.
Agregó que hace 40 años a San Marcos Tlapazola no llegaban las personas a comprar sus productos, tenían que ir a venderlos en los pueblos vecinos.
En el CaSa, donde están las piezas expuestas, es donde vemos nuestras manos, lo que somos capaces de lograr, porque a veces nosotras mismas no podemos darnos cuenta de lo que hacemos. Estoy orgullosa porque jamás soñé que mi trabajo se mostraría en un museo, como mujer tuve salir a difundir el trabajo que realizo, empecé a vender mis productos tocando puertas, cargando las piezas en la cabeza, espalda o brazos y ahora la gente nos busca en nuestro pueblo”, expresó Mateo.
Las piezas de barro que realiza Macrina Mateo se han presentado en distintas partes del mundo, como el Vaticano y en Estados Unidos.