Esta semana, Pedro Páramo, una de las obras literarias más importantes de la literatura mexicana y latinoamericana, cumplió 70 años. Fue el 19 de marzo de 1955, cuando este tesoro literario vio la luz por primera vez, marcando un punto extraordinario en la historia de la narrativa del siglo XX. Sin embargo, su historia comenzó años antes, en un manuscrito mecanografiado y corregido a mano por el propio Juan Rulfo.
Este manuscrito, conocido como “Los murmullos”, reposa actualmente en la caja fuerte del Fondo Reservado de la Biblioteca Nacional de México (BNM), custodiado por la UNAM. Un tesoro literario que aún conserva sus primeras palabras intactas: “Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo”.

El camino de Pedro Páramo hacia la publicación
Rulfo comenzó a trabajar en lo que eventualmente sería Pedro Páramo alrededor de 1953, cuando era becario en el Centro Mexicano de Escritores (CME), una institución que le permitió dedicarse por completo a la escritura. Fue en este espacio donde sus personajes, como Juan Preciado, Susana San Juan y Eduviges, empezaron a cobrar vida. Durante ese periodo, Rulfo barajó varios títulos para la novela, como Los desiertos de la tierra o Una estrella junto a la luna, antes de decidirse finalmente por Los murmullos.
El proceso creativo de Rulfo
Rulfo dejó constancia en su expediente de cómo su obra evolucionó. En un primer informe de actividades de 1953, el escritor mencionaba que ya había escrito fragmentos de la novela y que pensaba titularla Los desiertos de la tierra. En un segundo reporte, ya había identificado a sus personajes principales, Pedro Páramo y Susana San Juan. A pesar de las promesas de entregar capítulos pronto, Rulfo pasó meses escribiendo y reescribiendo, produciendo más de 300 páginas entre abril y agosto de 1954. Su obsesión por perfeccionar la obra lo llevó a desechar varias versiones antes de llegar a la edición final.
La importancia del manuscrito en la Biblioteca Nacional
El manuscrito original, aunque no es la versión definitiva publicada en 1955, es invaluable por su condición y por ser testigo del proceso creativo de Rulfo. De hecho, el autor reconoció en diversas entrevistas que la edición publicada por Fondo de Cultura Económica no era la versión final de la novela, sino un borrador. Este manuscrito, lleno de correcciones y notas, revela el alma de Rulfo como escritor obsesionado con capturar la esencia de Comala, un pueblo de muertos donde los murmullos parecen hablar de las vidas y muertes de sus habitantes.
Un legado invaluable
A través de su archivo donado al Fondo Reservado de la BNM, Rulfo deja un testimonio único de su proceso de creación. Alejandra González, técnica académica en el Instituto de Investigaciones Bibliográficas (IIB), quien catalogó el manuscrito en 2022, subraya la importancia del archivo para la literatura mexicana. El manuscrito de Los murmullos no solo tiene un valor literario, sino también material, ya que ha sido conservado con gran cuidado, destacándose por su relevancia dentro del archivo de Juan Rulfo.
Reflexiones sobre la obra
Juan Rulfo siempre expresó que la escritura de Pedro Páramo estuvo impulsada por una gran ansiedad y sufrimiento, pues “para escribir se sufre en serio”. Su obra, a la que él mismo consideraba difícil de comprender, requería “tres lecturas” para ser comprendida en su totalidad. El impacto de Pedro Páramo no solo marcó un antes y un después en la literatura mexicana, sino que consolidó a Rulfo como uno de los grandes genios literarios de Latinoamérica.
Esta semana, a 70 años de su publicación, Pedro Páramo sigue siendo un referente esencial para la literatura universal. El manuscrito original, guardado en la Biblioteca Nacional, continúa siendo un testimonio tangible del genio y la obsesión de Rulfo por su obra maestra, una obra que sigue susurrando los murmullos de Comala a nuevas generaciones de lectores.