El emblemático laurel ya no está, pero en su lugar crece un retoño del majestuoso ejemplar que habita en la zona arqueológica de Monte Albán. Y aunque no bajo su sombra, porque como todo espectáculo este debe continuar a pesar de las pérdidas, a unos metros de sí ocurre el habitual concierto dominical, ahora dedicado a las madres y al cobijo de tres laureles.
Sentados o de pie, o bailando en parejas, el público disfruta del recital frente al portal de Las Flores, aquel desde el cual el 7 de junio varios observaron la caída del laurel de los conciertos en medio de una tormenta. Este domingo, los comensales de los restaurantes estiran sus manos para grabar un video, otros pasan por la zona y se quedan un rato para escuchar a la centenaria Banda de Música del Estado de Oaxaca, la que compartía con aquel laurel una historia de casi los mismos años.
Con un origen que se remonta a 1868, y varias generaciones de músicos que han pasado por ella, la actuación de la banda convierte a la Plaza de la Constitución en un escenario al aire libre. Y su actuación, ahora bajo la batuta del director Julio Alejandro Huantes, es siempre esperada al mediodía de cada domingo, cuando en su ausencia tocan otras bandas del estado.
Cuando el maestro de ceremonia anuncia que tocarán temas del cantautor argentino Leopoldo Dante Tévez, la mayor parte del público ignora de quién se trata. Pero cuando dice que se trata de Leo Dan, la emoción se percibe en casi todos los rostros.
De “Esa pared” al “Te he prometido”, la Banda de Música no solo arranca aplausos como en cada intervención. Un coro desafinado se escucha entre asistentes que se animan a completar la canción con su voz y, desde el enojo, advertir a un amor que sí, que llorará por su capricho y que no podrá ser feliz con nadie más… “Pues conmigo conociste el amor. Sí el amor, sí el amor”.
Pero pronto, aquel romanticismo y desahogo da paso a las canciones con que el cantante Javier Pizarro evoca a Jorge Negrete, al Charro Cantor, con temas como “México lindo y querido”. Los metales, el saxofón y algún clarinete sirven para que el joven de 16 años también entone el “Ay Jalisco no te rajes”.
Con pausas en las que la marimba de un restaurante se deja escuchar, la banda y sus invitados alcanzan la hora de concierto, en la que Melinda Díaz, oriunda de Comitancillo y ataviada con una indumentaria característica del Istmo, canta en español y zapoteco el son Tanguyú.