La derrota de Eros
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Arte y Cultura

La derrota de Eros

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En su amplio proyecto intelectual, la sociedad consumista moderna que el sociólogo polaco Zygmunt Bauman (1925-2017) caracterizó como líquida, se define penosamente por su imposibilidad de definición: se trata de una realidad relativa, sometida a transformaciones súbitas e imprevisibles, cuyo único eje aparentemente incuestionable proviene de los valores que impone la economía de mercado.

Uno de los síntomas más cruciales de la crisis que ha provocado la inminente llegada de una ética basada únicamente en la ganancia de capital, es la intromisión de los preceptos mercantilistas en el terreno íntimo de sus actores, particularmente en las relaciones interpersonales que en buena medida sustentan biológica e históricamente a su comunidad. El análisis de este fenómeno es abordado por Bauman en Amor líquido: Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos (FCE, 2005), libro esencial de la última etapa de su vida, en el que se advierte de la existencia de una afrenta a favor del monopolio del modelo capitalista, en detrimento de cualquier alternativa axiológica y socioeconómica que se geste fuera de su perímetro. En esta perspectiva, la sexualidad es una de las esferas más vulnerables, pues convertido en mercancía, el cuerpo resulta un producto de alta conveniencia rentable.

De acuerdo con Bauman, la paternidad no escapa a la racionalidad líquida consumista, su realización depende de que se evalúe con suficiencia el costo-beneficio de tener un hijo, de modo que anhelarlo y elegirlo responde a un deseo similar al que provoca la obtención de un servicio o un bien material. Como estos, no cualquiera puede costearlo. Respecto a las prácticas del actual homo sexualis, estas se centran en el rendimiento y no en el éxtasis; las representaciones de la voluptuosidad humana recogidas, por ejemplo, por Bataille en Las lágrimas de Eros, se han vuelto anacrónicas respecto a los comportamientos diseñados para el consumo masivo: hoy en día, una cita puede concretarse a través de una app y el cybersexo y la pornografía están a un clic de distancia, cuando no se encuentra ya implícitos en la publicidad omnipresente en internet. En la sociedad líquida, los elementos sagrados que anteriormente se atribuía a la sexualidad han sufrido una mutación irreversible, el compromiso tradicional de pareja implica una renuncia incompatible con la multitud de ofertas de potenciales experiencias carnales.

La crisis de las sociedades humanas que describe Bauman en Amor líquido responde a un innegable cambio de época. La naturaleza del tema hace que se eche de menos una perspectiva biológica en la transformación del paradigma del comportamiento sexual, igualmente, el vaivén un tanto caótico de la propuesta, hace que se eche de menos el uso de un método expositivo más coherente y ordenado sin abandonar obligatoriamente el estilo reflexivo. Los cuatro capítulos que componen el libro, desbordan de manera heterodoxa el tema de la sexualidad: el autor especula lo mismo sobre la influencia de la tecnología y la fragmentación social en la planeación urbana que sobre la dificultad de crear acuerdos ante el inminente ascenso de discursos nacionalistas cada vez más radicales.

Una de las conclusiones ofrecida por Bauman y por otros pensadores se basa en mantener al ser humano como eje de las decisiones políticas y económicas y no, como impera en el presente, al revés. Los espacios de defensa a los que parece apuntar se encuentran al margen de los valores que promueve el productivismo exacerbado. Aunque la tendencia a mercantilizar todos los ámbitos de la vida humana no da tregua, reductos elementales como el de la solidaridad mantienen una resistencia sin la cual la communitas posiblemente terminaría por disolverse.