El presidente Donald J. Trump está sacando raja política de un conflicto que él mismo provocó. Él lo condujo hasta el punto en el que se encuentra provocando y lanzando acusaciones en contra del gobernador del estado, el demócrata Gavin Newsom.
En contraposición a lo que Trump afirma, las manifestaciones en Los Ángeles, California son expresiones de defensa y resistencia, no fueron violentas pero el presidente Trump esperaba el menor detalle para lanzar a sus 4 mil militares de la Guardia Nacional y 700 marines, para aplacar “la rebelión, la subversión y el atentado a la seguridad nacional de EUA por parte de migrantes “violentos y peligrosos”, según su discurso de odio.
Y volvemos a la historia del principio. Trump encuentra en México y en los mexicanos una veta valiosa para fortalecer su presencia como defensor de la soberanía estadounidense, según afirma a sus seguidores en todo el país. La preeminencia blanca, al modo Nacional Socialista alemán de aquel entonces. Pero no les dice que desde que comenzó su nuevo periodo de gobierno presidencial, casi todas las decisiones que ha tomado ha sido fallidas, y que su intervención internacional inútil y nula.
Aquello de “dobló al gobierno mexicano” (léase el gobierno de López Obrador) fue una frase demoledora y humillante para ese gobierno mexicano; “Les obligué a poner 28 mil soldados en la frontera sur, y obedecieron”, reía.
Y hoy mismo, su relación con México parece tersa. O por lo menos el mismo Trump ha dicho que se lleva bien con la presidente Sheinbaum. Que es una persona “excelente… “, pero enseguida vienen los marrazos: aranceles, amenazas, exigencias de control migratorio y, sobre todo, la presencia de sus operarios en territorio mexicano, a lo que se accede con el pretexto de la “cooperación” y “coordinación” entre los dos países, según se dice en el Palacio Nacional mexicano.
Esta vez grita a toda voz que tiene razón: que vean los estadounidenses lo que pasa en Los Angeles, y cuán violentos son los migrante latinos, particularmente los mexicanos. Los provoca y así impulsa la movilización, y así justifica su programa de redadas en todo el territorio estadounidense, inclusive en ciudades santuario, como California.
Pero esas redadas de migrantes latinos sobrepasan todo orden legal y de derechos humanos. Los persiguen y detienen de forma agresiva en lugares en donde consideran que se reúnen: escuelas, centros de convivencia, iglesias, en sus propias casas, en su trabajo. Agresión tras agresión cada día.
Pero Trump es irreflexivo y atrabiliario; no mide las consecuencias de sus actos. Es simple y sencillamente un hombre de impulsos, no de ideas; de ocurrencias, no de reflexiones. Y por lo mismo en cuanto a las redadas está entrando en un terreno que puede ser perjudicial para su gobierno en tanto su violación a la ley y a los derechos humanos, los migrantes lo saben.
Olvida Trump que los mexicanos en EUA han demostrado por años su fuerza de resistencia y su organización para defender sus derechos. Ocurrió en la lucha de César Chávez en la década de los sesenta. Otros líderes emblemáticos han defendido con razones y con organización social las afrentas no sólo de los gobiernos estadounidenses, también de los abusos de los “patrones”, los agricultores, los empresarios, los contratistas de mano de obra barata. Han salido airosos.
Y no se trata de meterse en asuntos de política interna en EUA. Que ya tienen suficiente con el ambiente enrarecido que se está gestando en aquel país como producto de la política de polarización que encabeza tanto Donald J. Trump como presidente en su segundo período. Para ello se apoyó en su ahora archi-enemigo Elon Musk.
Además, al paso que va el gobierno de Trump pronto podría tener problemas internos graves, no sólo por una enorme inconformidad social, también porque, fiel a su temperamento beligerante, terminará por pelearse con su propia gente…
… Como ya se ha visto en fechas recientes al despedir a unos cuantos meses de iniciar su gestión a su gente cercana, como fue el caso del despido de Shira Perlmutter, quien estaba a cargo de la Oficina de Derechos de Autor de Estados Unidos, que depende de la Biblioteca del Congreso, despedida abruptamente en mayo.
Como también el cese de en mayo de tres funcionarios de seguridad nacional, sin dar razones justificadas; o cuando despidió a James Comey, director del FBI por consejo del fiscal general, Jeff Sessions, y del asistente del fiscal general, Rod Rosenstein, según dijo.
Lo de Los Angeles es muestra del hartazgo de los migrante a tanta provocación, agresión, persecución, encierro, expulsión, humillación. Son los mismos migrantes que contribuyen con su trabajo en el crecimiento de la economía de EUA y que viven dedicados a su trabajo y a su propia vida en comunidad. Y en su mayoría son mexicanos. Muy mexicanos. Documentados o no.
No atentan en nada en contra de la seguridad nacional de EUA y sí hacen que estados distintos de la Unión dependan de su fuerza de trabajo, como es el caso de California que por lo mismo es el estado más rico de EUA con un PIB proyectado de más de 3.3 billones de dólares.
Su estilo de expulsión es extremadamente agresivo e indigno, de ahí el enojo social: Persiguen sin pudor a gente por el sólo hecho de su apariencia latina; expulsó a miles de migrantes encadenados y sometidos, infligiéndoles una doble humillación: sacarlos del país en el que creían por su “sueño americano”, y porque son gente respetable que no merecen, ese trato inhumano y despótico.
Por todo esto y mucho más, Trump es quien atenta en contra de la seguridad nacional de EUA.
El gobierno mexicano tiene mucho que hacer y defender a los mexicanos en EUA, a todos, documentados o sin documentos. Todos ellos son mexicanos allá. Y son los que envían las millonarias remesas que tanto presumía AMLO durante su gobierno. Hoy toca su defensa. Veremos.