El pueblo materno, al que de niño visitaba cada año, dejó en su memoria la “libertad de andar en el mar, de caminar en la playa”, de admirar los terrenos de sus tíos donde abundaban los platanares, las palmeras y la milpa. Ahora, son esos recuerdos los que llevan a Yovegami Ascona Mora a plasmar en el cine el ciclo de la vida cotidiana y la resistencia de Boca Vieja, una playa de la agencia Bajos de Coyula, Santa María Huatulco.
El documental “Boca vieja” es el primer largometraje (ópera prima) del originario de San Juan Guichicovi, quien con este no solo se vincula más con su raíz materna sino busca mostrar cómo la mar (o el mar) determina la vida en este pueblo.
“Boca vieja” se plantea como “un pequeño pueblo de pescadores y campesinos al sur de México” que recuerdan la lucha de hace casi cuatro décadas para impedir la expropiación por parte del gobierno federal y no terminar en como otras playas de Huatulco. Castigados por esa resistencia, el olvido gubernamental ha sido parte del día a día en esa playa, por la que sus habitantes se enfrentan nuevamente al riesgo de la expropiación, como si de un ciclo se tratara.
Les querían quitar sus tierras hace 40 años y ahora se sienten orgullosos de estar ahí. Se reapropiaron de su territorio. Es hablar del intento de despojo de una tierra desde el presente ya no desde el pasado”, explica el cineasta sobre una producción que grabó en 2020, 2021 y 2021. Y por la cual ha buscado diversos apoyos del Instituto Mexicano de Cinematografía para lograrlo.
Co producida con Mónica Cruz Arcos, “Boca vieja” retrata la vida de un pueblo a través de diversos personajes, entre pescadores, buzos, un niño y una mujer de 84 años (abuela de Yovegami), quien a pesar de su debilidad visual acude cada tarde para platicar con “la mar”, cuyas aguas considera benditas y que tiene el mismo nombre que ella: María.
Son ese mismo mar y las lluvias las que marcan la vida en Boca Vieja, donde sus habitantes hacen ramadas en una temporada del año para trabajar y sobrevivir. Esas mismas ramadas hechas con palmas son las que deben destruir previo a las lluvias para dar paso a “la laguna” o río y entonces dejar el mar para dedicarse a la agricultura.
Con esta película cuya idea data de hace 10 años y que espera estrenar en 2025, Ascona señala que hacer cine desde el sur de México es también un logro colectivo, pues gracias a los caminos que abrieron otras generaciones la suya puede acceder y aprovechar los estímulos. Además de seguir abriendo caminos en festivales u otros programas cinematográficos, pero con producciones hechas con “historias que nos rodean y han atravesado”, con la gente y “los pueblos que conocemos”.
Actualmente en pos producción, la película es una de las nueve seleccionadas del programa Impulso Morelia, del 21 Festival Internacional de Cine de Morelia, y que como las demás tiene la posibilidad de ser presentados ante expertos de la industria cinematográfica y de estímulos.
Estar seleccionado es un buen paso que nos puede abrir más caminos”, señala el también director de los cortometrajes “Los que están por nacer” (2018), “Sones mixes en la ciudad” (2012) y “Mëët naax” (2014).
