“El voto en México es para exigir un Estado con seguridad”; Gilles Lipovestsky
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“El voto en México es para exigir un Estado con seguridad”; Gilles Lipovestsky

La situación de violencia con la proliferación de los cárteles de las drogas resultó “insoportable”; López Obrador debe encontrar el equilibrio entre el liberalismo y la protección social de los mexicanos, asegura


Dos palabras son recurrentes en la obra del francés Gilles Lipovetsky: consumismo e individualismo. A ambas el filósofo les ha retirado la condena suprema que sobre ellas vertió la ideología marxista durante la segunda mitad del siglo XX y las ha expuesto como vehículos de dos de los pilares que sostienen a la sociedad occidental: el mercado y la elección democrática, elementos que magnificados al exceso construyeron el fenómeno de la “hipermodernidad”, la era en la que el hombre llevó sus máximas virtudes a su máximo ridículo, en la que “todo es susceptible de ser vendido y comprado” y en la que “todo, hasta lo más efímero y nimio, es una elección personal”. Sobre esa era el filósofo que hoy se encuentra en Oaxaca para presentar la conferencia inaugural de la 38 Feria Internacional del Libro de Oaxaca ha desarrollado su obra, irónicamente una de las más consumidas en el mundo.

Autor de El imperio de lo efímero, La felicidad paradójica y La era del vacío, el también sociólogo es una guía irremplazable en un tiempo en el que las grandes palabras que el mundo construyó durante siglos -Nación, Estado, República, Religión- se han disuelto a favor de la imperiosa necesidad de alcanzar la felicidad individual lo más rápido posible.

Fuerte, con una voz que se impone en el natural silencio de la sala de espera de un pequeño hotel del centro de la ciudad de Oaxaca, Lipovetsky recibe al El Imparcial para hablar sobre las elecciones en México “que son un recordatorio a los políticos de por qué la gente vota por ellos”, de la insoportable situación que se generó en México a causa de la proliferación de los cárteles de la droga, de las búsquedas que tendrá que hacer la izquierda para reencontrar un mayor beneficio social, de su fuerte postura a favor de la liberalización de las drogas y de la que ha llamado la primera “revolución moda” del mundo, la del Mayo del 68, una “insurrección sin futuro” en la que prevaleció “lo frívolo sobre lo trágico” y en la que él mismo participó.

 

-¿Qué dice de las sociedades de Latinoamérica que en un momento en que el Estado ha mostrado una fuerte debilidad y severas limitaciones, los pobladores continúan asistiendo y en gran medida a votar?

-Hay una tendencia muy fuerte desde hace 30 o 40 años a la disminución de la participación de los ciudadanos en la vida política. Es una forma del individualismo, el voto se convirtió en un derecho y no en un deber. Los ciudadanos votan cuando piensan que vale la pena, que es algo importante y se van a pescar si piensan que las elecciones no son importantes. Es más una actitud de consumidor.

No obstante, con ciertas circunstancias, los ciudadanos incluso con muchas aspiraciones individualistas, son perfectamente capaces de movilizarse y de votar.

Para el caso mexicano, también probablemente con el caso brasileño, las elecciones son hechos importantes porque las fallas de los Estados se ilustren con la subida de la violencia y de la inseguridad. Los individuos en nuestra sociedad no pueden soportar la violencia, hay una demanda muy fuerte de restablecer una situación de seguridad para las personas, que se ha degradado terriblemente en México, con la proliferación de los cárteles y la lucha contra la droga. Es una situación insoportable, el voto de los mexicanos en masa para cambiar la situación traduce la exigencia de vivir en un Estado de seguridad. La legitimidad de un Estado depende de su capacidad a garantizar la seguridad de las personas y de las propiedades.

Comprendo lo que pasó en México como una llamada de atención a los políticos del porqué votan por ellos, para empezar. Hay un recordatorio de que ellos están aquí primero para asegurar la seguridad a las personas. Y creo que es una exigencia mínima, la gente tiene el derecho de vivir en paz.

Cuando un Estado no lo garantiza, no es capaz de hacerlo, es una ofensa muy grave que parece explicar el voto en masa de los mexicanos para cambiar eso.

 

-El Estado, sin embargo, se ha visto limitado al atender otros problemas esenciales: la pobreza, la desigualdad.

-Tiene razón, la seguridad física no es la única razón. En un Estado no tan lejos, Brasil, la movilización de los ciudadanos no fue solamente por la seguridad, fue también contra la corrupción. Tal vez en México también.

Usted tiene razón, hay también una exigencia de reducción de las desigualdades que incrementaron con la mundialización. En consecuencia, hay la subida de unapolítica social para responder a los deseos de igualdad. Creo que tenemos que escuchar eso, pero después tenemos que traducirlo. La lucha contra las desigualdades no debe entenderse solo como una manera de luchar contra los ricos.

Hay una significación más larga, creo que hay también aquí un problema de seguridad, pero de seguridad de la existencia social.

Pienso que debemos pensar las desigualdades sociales no solamente a través de las desigualdades de ingreso. Pienso que los Estados deberían entender esta solicitud de protección. Y esta protección no es solo como dice Trump: ‘vamos a abrir de nuevo las minas de carbón para dar trabajo a los obreros’, eso es una protección mala porque no ve el futuro, es demagógico.

-¿Cómo se puede reconfigurar una alternativa de gobierno de izquierda para mantener un fuerte respaldo social?

-Para mi punto de vista, las políticas económicas de izquierda tienen que aceptar el liberalismo, pero un liberalismo que se acompaña de política social. ¿Cómo? Obviamente con leyes para solucionar el desempleo, pero también política de formación y de educación. Eso es algo que la derecha no hace, porque considera que la educación es responsabilidad de los padres. Entonces tienen que pagar 80 mil dólares para seguir un año en Harvard. Eso es antidemocrático. Ustedes no pueden pagar eso a sus niños y yo tampoco.

Entonces, una política de izquierda tiene que contrarrestar la acidez del liberalismo, pero no luchando contra la mundialización. Por ejemplo para ustedes como mexicanos, si las leyes de exportación liberal se paran sería un desastre, porque exportan a otros países. Las sociedades tienen que ser abiertas, pero necesitan leyes sociales y medidas de protección de los individuos, y aquí se necesita una búsqueda de un nuevo compromiso entre el liberalismo y la democracia social. Es responsabilidad política del Estado hacerlo, si no las cosas pueden volverse muy graves, porque la gente vive una inseguridad tan grande en su existencia que se aleja de la democracia y después busca un gobierno fuerte, militar, como desgraciadamente va a pasar en Brasil.

 

-¿Conoce la trayectoria política de Andrés Manuel López Obrador?

-Adoro su país, deseo lo mejor para México, espero que este nuevo presidente empiece con medidas valientes y fuertes, como las que platicamos.

Primero, para restablecer la paz civil y la seguridad en este país, como la tenía hace pocos años. Se puede lograr eso. Usted sabe, Nueva York era una de las ciudades más peligrosas del mundo durante los años 80 y ahora uno puede andar en cualquier lugar de Nueva York y no hay amenaza. Es una cuestión de voluntad y de inteligencia. No hay fatalidad, se necesita imperativamente liberar el país de los cárteles de drogas porque es un veneno por la democracia.

Segundo, México, como los otros países de América Latina, tiene que tomar políticas de educación ambiciosas, de formación de los maestros, para dar una formación de calidad a la juventud. Ustedes saben, somos sociedades del conocimiento. México tiene paisajes hermosos, petróleo, magueyes, pero la riqueza del país tiene que ser primero para su población, los mexicanos. Y los mexicanos, como todos otros humanos, tienen que formarlos.

Se necesita política voluntarista, ambiciosa, porque sobre el tema de la educación, la gente tiene que entender que es el Estado el que se encarga de la educación de los niños. Y es un elemento que genera confianza en el gobierno y las instituciones.

Después sobre medidas sociales concretas, yo no soy un experto de la situación en México, no soy un politólogo, pero creo que hay que hacer política de diálogo con los sindicatos, pero si no se puede lograr un compromiso, el Estado tiene que tomar su responsabilidad. Pienso que su futuro presidente no tiene un programa anti-liberal, no es Chávez, por suerte.

Tiene que seguir con las medidas liberales, porque son las empresas que crean trabajo, pero los empleados deben sentir que tienen protección. Es todo el arte de la política, no es un problema de álgebra. Hay que encontrar una solución para ir en esta dirección. Medidas para la seguridad en el país, medidas para la educación, medidas para escuchar a los sindicatos y producir leyes sociales, yo pienso y espero que el nuevo gobierno vaya en esta dirección.

 

-¿La legalización de las drogas es el camino para avanzar en la pacificación?

-Mi posición es muy clara desde muchos años: Estoy en favor de la legalización de las drogas. Hay todo un argumento, desde hace más de 50 años todos los países, incluidos los de América del Norte, persiguen una Guerra Santa contra las drogas. Mil millones de dólares son invertidos para luchar contra las drogas, para los juicios, las cárceles y el resultado es nada.

Al contrario, más se invierte en el nombre de la pureza moral y más la gente fuma marihuana. Es una aberración. Es ser demagógico. Porque se trata de dar miedo a la gente, le dicen que sus niños van a ser drogadictos, es totalmente falso. En Uruguay hay legalización de las drogas: no hay caos. En Suiza es legal, no hay caos. En los Países Vascos es legal y no hay caos tampoco. Y ahora en Colorado, en Estados Unidos, la marihuana está legalizada. Es imperativo hacerlo.

A mí me enferma ver la estupidez y la falta de valor de los hombres políticos. Esos miles y miles millones de dólares podrían ser invertidos en las favelas, en las escuelas. Es dinero perdido.

 

-Usted participó en el movimiento de mayo del 68, al que en El imperio de lo efímero bautizó como “la primera revolución-moda”, en la que pese a la euforia se demostró la “incapacidad de proponer una visión clara de la sociedad venidera”. ¿Qué han aprendido los movimientos sociales desde entonces?

-Mayo 1968 era para mí la última lucha moderna con la bandera de la revolución. Yo lo llamé “una moda” porque era una revolución falsa. Eran estudiantes que hablaban mucho y no tomaron el poder. Era retórica. Había una seducción del idioma, de la palabra revolucionaria. Pero al mismo tiempo eso está conectado con la lucha colectiva, con un ideal superior, de cambiar la sociedad.

Yo era joven en esa época, tenía 24 años. Los jóvenes querían cambiar las empresas, las escuelas, la sexualidad, todo. Era obviamente una revolución utópica. Y muy rápido esas luchas se paraban. Y los movimientos colectivos, como las comunidades de estudiantes, los hippies, pertenecen al folclor ahora, es la individualización la que ganó.

Ahora la fuerza principal es la lógica de la individualización, pero individualización no significa desaparición de las luchas colectivas. Lo que desapareció son las luchas colectivas desarrolladas por ideas de ruptura. Por ejemplo, el comunismo. Hay manifestación todavía, pero no es por el comunismo, por una sociedad sin clases. La gente hace huelga, pero es para buscar el incremento del salario, para defender sus intereses.

Pero todavía hay forma de compromiso colectivo, pero con objetivos más reducidos. Los movimientos no luchan para la revolución, sino para mejorar la vida de los animales, para defender el sistema escolar, para luchar contra el cambio climático, para que los animales no sean maltratados en los mataderos o las granjas. Hay muchas gentes que se comprometen en colectivos para cosas en las cuales creen. Es una de las razones para no ser totalmente negativo sobre el individualismo.

El individualismo es compatible con cierta forma de acción. Podemos transformar cosas en el mundo actual con las pasiones de los individuos.


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