La mañana de este martes, la tranquilidad del centro de Salina Cruz, Oaxaca, fue interrumpida por un violento asalto a plena luz del día. Una mujer fue despojada del dinero que acababa de retirar de la sucursal de BBVA Bancomer, ubicada en una zona transitada de la ciudad. Lo que ha vuelto a poner en el foco público la creciente inseguridad que enfrentan los cuentahabientes en este municipio.
De acuerdo con los primeros reportes, dos sujetos abordaron a la víctima a escasos metros de la institución bancaria. Con amenazas y bajo presión, lograron arrebatarle el efectivo para luego darse a la fuga a bordo de una motocicleta.
UN ROBO QUE EXHIBE LA VULNERABILIDAD CIUDADANA
El asalto no solo dejó a una mujer afectada patrimonial y emocionalmente, sino que también expone la indefensión de muchos ciudadanos que realizan operaciones bancarias sin vigilancia ni medidas preventivas suficientes. Este tipo de crímenes, conocidos como “asaltos a cuentahabiente”, son cada vez más frecuentes y ocurren incluso en zonas céntricas. Donde se supondría debería haber mayor presencia policiaca.
A pesar de que elementos de seguridad pública implementaron un operativo para localizar a los responsables, hasta el cierre de esta edición no se reportan detenidos. El uso de motocicletas, una estrategia común entre los delincuentes, facilita su escape en zonas urbanas sin que puedan ser fácilmente alcanzados.
AUTORIDADES PIDEN PRECAUCIÓN, PERO NO HAY GARANTÍAS
Como respuesta al hecho, las autoridades hicieron un llamado a la ciudadanía para que extremen precauciones al realizar retiros de dinero en efectivo. Si bien la advertencia es necesaria, resulta también insuficiente cuando no se acompaña de acciones concretas que garanticen la seguridad de quienes acuden diariamente a instituciones financieras.
El patrón se repite: víctima sale del banco, es vigilada y posteriormente interceptada. Es un delito que, aunque previsible, sigue ocurriendo con una impunidad preocupante. La falta de cámaras públicas efectivas, patrullajes preventivos o escoltas mínimas para quienes retiran cantidades significativas son parte del problema que aún no se atiende con profundidad.
UNA LLAMADA A LA REFLEXIÓN: ¿CUÁL ES EL LÍMITE DE LA INDIFERENCIA?
Este caso no es aislado ni nuevo. Refleja un contexto más amplio de inseguridad urbana que afecta directamente al ciudadano común, al trabajador que acude al banco para retirar su quincena o pagar servicios. La normalización de estos hechos lleva a una peligrosa resignación social.
No basta con pedir precaución. La ciudadanía necesita soluciones estructurales: coordinación real entre bancos y fuerzas de seguridad, vigilancia en puntos críticos, y sobre todo, una respuesta rápida y eficaz que disuada a los delincuentes y restablezca la confianza pública.
EL RETO SIGUE: MÁS ALLÁ DE LOS OPERATIVOS
Mientras los responsables de este asalto siguen prófugos, queda la sensación de que Salina Cruz sigue sin encontrar un modelo efectivo de seguridad urbana. La mujer asaltada hoy pudo haber sido cualquiera. Y mientras la violencia se normaliza, crece también la percepción de abandono institucional.
El reto para las autoridades no es menor: no solo se trata de perseguir delincuentes, sino de evitar que los delitos ocurran. Y para eso, no basta con operativos reactivos: se necesitan políticas preventivas, tecnologías aplicadas a la vigilancia y una estrategia de seguridad ciudadana que actúe antes de que se cometa el crimen.