A quienes se les pagó por cinco meses sin trabajar fue a los más de mil trabajadores del sector salud contratados por el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), y quienes apenas llegaron a algunas comunidades de las diferentes regiones del estado porque eran constantemente rechazados por agremiados a la Sección 35 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Secretaría de Salud (SNTSA).
Resulta que, por varios meses, el personal contratado por el Insabi se mantenía concentrado en las jurisdicciones sanitarias con el pretexto de una supuesta capacitación, aunque esta ya había sido impartida durante enero.
El asunto era que la Sección 35 se oponía a que los recién contratados desplazaran a varios de sus agremiados, a pesar de que se necesitaran más médicos en las comunidades rurales, donde algunos empezaron a llegar hace apenas hace 15 días.
En regiones como la Costa, Sierra e Istmo de Tehuantepec, donde se hizo imperiosa su presencia por el paso del huracán Agatha, los médicos contratados por el Insabi acudieron no solo con miedo por estar acostumbrados a las zonas rurales, sino intimidados por los quienes, a capa y espada, no dejarán que les retiren sus plazas.
Se dice que las autoridades de salud estarán atentos al comportamiento de estos nuevos trabajadores, que fueron capacitados no solo en la atención a los pacientes, sino también en torno al respeto a los usos y costumbres de la población que atiendan. Pronto sabremos qué tanto aguantan.
Aún queda mucho por escarbar sobre las plazas entregadas a familiares o compadres de los líderes sindicales; los pactos oscuros con funcionarios de salud y del gobierno estatal para repartir puestos al MULT a Antorcha Campesina o a cuanta organización social lo exigía.
¿DÓNDE QUEDÓ EL LUSTRE DEL ITO?
El Instituto Tecnológico de Oaxaca está para llorar. No es esa institución de la cual egresaron ingenieros bien capacitados, no. En la actualidad su director, Fernando Toledo, ha tenido una gestión gris llevándose entre las patas a ese ITO que fundara el político tuxtepecano, Víctor Bravo Ahuja.
Toledo, desde que asumió el cargo, solo ha generado inconformidades entre los estudiantes y docentes, que en repetidas ocasiones se han quejado de la falta de equipos que requieren en las distintas ingenierías y laboratorios.
El director de esta institución, la cual solo se ha distinguido en los últimos años por ser sede del proceso de vacunación contra la Covid-19, no ha mostrado el interés de regresar la imagen de competitividad y superación a esta institución.
Según cuentan, el área administrativa no tiene pies ni cabeza y los estudiantes son los más afectados por la tardanza en la emisión de documentación, por la cual deben acudir a diferentes áreas y esperar varias horas para ser recibidos.
Incluso apenas en abril, un grupo de estudiantes del ITO, del que pocas veces se ven protestas en comparación con instituciones como la UABJO, decidió manifestarse frente al Palacio de Gobierno sin el respaldo de su director, para exigir al IOCIFED un centro de mecanizado de 5 ejes que les había prometido.
Los estudiantes salieron a la calle para pedir mejores herramientas de estudio, recordando que las que tienen apenas les sirve para conocer cómo funcionan, pero sin darles los conocimientos que requieren para poder competir con otras instituciones del resto del país. ¡Imagínese!
CHICATANAS IGNORADAS
¡“Acá ni les hacen caso”! se lee en un mensaje familiar de una hermosa adolescente que estudia en la Universidad de Guadalajara y muestra una calle tapizada de chicatanas que, como en Oaxaca, con las primeras lluvias salieron a la luz. En la Perla Tapatía simple y sencillamente no les hacen caso. ¡“No saben de lo que se pierden, así está frente a mi casa, ¡y nosotros que nos las comemos!”, indica sorprendida y de inmediato llovieron las recetas de cómo prepararlas en guisado, fritas o en salsa. ¡Un manjar!
Las chicatanas, como los chapulines, o tradiciones como romper platos o barro el fin de año tras comer buñuelos, el Día de Samaritana, la Noche de Rábanos, entre otras muchas costumbres solo se dan en esta hermosa tierra.
Y ayer el calendario cívico-litúrgico nos ofreció otra de esas fechas que son una delicia: las empanadas del Jueves de Corpus. En las esquinas de centro histórico o de cualquier calle de la zona metropolitana fue posible disfrutar una empanada de piña, de lechecilla o coco.
Señalan que las monjas las regalaban afuera de los templos a los fieles que acudían a las celebraciones litúrgicas en la época de la Colonia; habrá que remitirse a documentos antiguos pero, como sea, esta y otras tradiciones alimentan el ser oaxaqueño. No es extraño, entonces, que nuestra tierra sea considerada la reserva cultural de México. Sin duda, así es.