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Pegatinas Reivindicativas

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Con la definición de una de las presidenciables tras la traición de su partido a Beatriz Paredes, y a pocos días de que se defina el ya muy anunciado resultado de las encuestas de Morena y sus aliados, casi, casi ya estamos en época de campaña… ¿o no?

La conclusión de los llamados procesos internos y la ambigüedad de la autoridad electoral nos han dejado a todas y todos en el limbo. Por más eufemismos que se usen, las definiciones de los días previos no son ni más ni menos que las designaciones de las candidaturas presidenciales.

Ante la inexistencia de normatividad que dé forma y sentido a los procesos de elección interna que acabamos de presenciar, ahora tendremos varios meses en los que los partidos deberán buscarle dar la vuelta a la legislación con el fin de que las futuras candidatas —sí, candidatas, como ya desde hace meses se sabe— puedan mantenerse en la arena pública sin que sean sancionadas por la autoridad electoral.

No es para menos. La violación a la regulación en la materia podría derivar, en el peor de los casos, en la descalificación de alguna de las contendientes lo que supondría, en este país polarizado, la creación de condiciones para la desestabilización.

Ese contexto es el que ha frenado a la autoridad electoral a actuar en estricto apego a la Ley en el marco de los procesos internos para la designación de las abanderadas. La aplicación de la norma implica también la ponderación de la realidad en la que pretende ser efectiva y en este caso el resultado del análisis determinó que no era prudente ni responsable aplicar la ley a rajatabla.

No obstante, esa determinación nos ha dejado en la incertidumbre. En este momento, no se sabe si la autoridad adoptará un criterio similar para tolerar las actuaciones que las candidatas realizarán en el ámbito público durante los varios meses que aún faltan para que legalmente inicien las campañas hacia las elecciones 2024.

Con seguridad tanto una como la otra buscarán forzar a la autoridad a aplicar nuevamente un estándar similar y es poco claro hasta dónde se dará cabida al forcejeo.

Falta más de medio año para la jornada electoral, pero se siente como si las elecciones se encontraran a la vuelta de la esquina. El desgaste de la autoridad electoral en este juego de fuerzas puede ser muy contraproducente para nuestra endeble democracia. Una vez que acabe el proceso 2024 será fundamental reflexionar sobre cómo se desarrolló este, reformular los esquemas electivos vigentes y reforzar —tanto presupuestal como normativamente— a las autoridades electorales.

En tanto, continuamos nuestro transitar por terrenos desconocido. Que nuestra expedición arribe a buen puerto.

@GalateaSwanson