Por una nueva normalidad
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Por una nueva normalidad

 


Nos encontramos, de acuerdo con las estimaciones de las autoridades federales, justo en el punto más álgido de la emergencia sanitaria que aqueja a México, y es justamente una etapa en la que se requiere aún mayor observancia y disciplina de la población para acatar las medidas de higiene y sana distancia. Sin embargo, es justo ahora cuando sectores importantes de la población, que en un principio respetaban las disposiciones para contener los contagios, han optado por desafiar estos mandatos y volver a actividades normales.

Si bien hace un par de semanas, al transitar las calles y avenidas de la ciudad de Oaxaca y su zona conurbada, se apreciaba la ausencia de autos y personas circulando, hoy se reportan flujos de vehículos y aglomeraciones cercanas a los días previos a la llegada del coronavirus. Es justamente este escenario que las autoridades federales trataron de atrasar. Desde inicios de marzo, un par de días después de que se confirmara el primer caso de Covid-19 en el país, se comenzaron a alzar voces exigiendo el cese de actividades no esenciales y la imposición de medidas de cuarentena, como en otros países se hizo (https://bit.ly/3bdfEkc; https://bit.ly/2WjII5n).

Hoy, nuestro estado se encuentra en una difícil posición, en la que no solo debe balancear el desgaste del establecimiento de medidas, sino que la precariedad que subyace en las condiciones de vida de la mayoría de la población que impulsa a grandes sectores de la misma a exponerse al virus por miedo al hambre. En países con mejores condiciones económicas y de infraestructura para la atención de la pandemia, como Estados Unidos e incluso, en la ejemplar Alemania, se han organizado manifestaciones en contra de las restricciones para evitar la propagación del virus (https://bit.ly/2WAKePu). En América Latina, las movilizaciones por la misma causa han sido mucho más constantes y más tempranas (https://bbc.in/2Lcf4IL).

En una entidad en la que el 68.1 por ciento de la población vive en condiciones de pobreza (https://bit.ly/2LbiJqv), era de esperarse que la necesidad echara por la ventana rápidamente la imperiosa necesidad de las medidas de sana distancia y paro de labores. Como lo publicó El Mejor Diario de Oaxaca, las protestas para el restablecimiento de las actividades comerciales en la capital ya comenzaron a darse (https://bit.ly/3cjUC4Q; https://bit.ly/2STezb4), y si bien las autoridades han actuado en consecuencia (https://bit.ly/3bfSQQH; https://bit.ly/3bdFc0t), el descontento continuará acumulándose.

La precariedad de las condiciones de vida de la población clama por una pronta vuelta a la normalidad, sin embargo, lejos estamos de ello. Ante la carencia de una vacuna o un tratamiento eficaz para atender la enfermedad COVID-19, si bien se podrán flexibilizar las medidas de sana distancia y cese de actividades no esenciales, estamos lejos de retornar las condiciones en las que nos encontrábamos antes del arribo de la enfermedad. Se estima que una vez superada esta etapa de propagación, vendrán más. La próxima, probablemente, en el mes de octubre (https://bit.ly/3dwx4Kk).

Ante ello, aferrarnos a la vuelta a la normalidad como la conocíamos resulta un ejercicio fútil. Los analistas coinciden que, ante el crecimiento poblacional y la injerencia que la humanidad tiene en el funcionamiento de los ecosistemas, esta es solo una de las muchas crisis más por venir. Entonces ¿qué será lo normal?

Requerimos de hacer un esfuerzo conjunto para re imaginar lo que viene. Una vez encontrado tratamiento eficaz o vacuna, habrá un gran esfuerzo para que de manera conjunta volvamos a tejer lo que ya existía, ese será nuestro objetivo principal (https://bit.ly/2WKCg6i). Sin embargo, la continuidad de lo que era la normalidad, es un suicidio. Es precisamente la causa de que nos encontremos en este punto y lo que debemos a toda costa evitar. Y este ejercicio debe comenzar a implementarse desde el día de hoy por parte de las comunidades y las autoridades.

Nos encontramos en un punto clave para la gestión de la emergencia sanitaria en nuestro país. Nos exige repensar de forma crítica, responsable y creativa el funcionamiento de nuestras instituciones y del conjunto social. Sin el inicio de ese ejercicio colectivo, será poco fácil administrar el actual desgaste social derivado de la pandemia. Es urgente iniciar estos diálogos en nuestro estado, contemplando todas sus regiones y realidades. Una nueva normalidad no solo es posible, es necesaria.

@GalateaSwanson


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