Miles de mujeres salieron a las calles para exigir igualdad de derechos, justicia y el fin de la violencia de género. Sin embargo, estas manifestaciones siguen siendo blanco de agresiones, represión y actos de violencia que buscan silenciar sus demandas. En varias partes del país se registraron ataques con gases lacrimógenos, detenciones arbitrarias y enfrentamientos con la policía.
A lo largo de la historia, las mujeres han enfrentado discriminación, violencia y desigualdad en todos los ámbitos de la sociedad. Desde la lucha por el derecho al voto hasta la exigencia de igualdad salarial y el fin de la violencia de género, el movimiento por los derechos de las mujeres ha sido una batalla constante que aún no ha terminado.
El derecho a la educación, a la participación política, a la autonomía sobre sus cuerpos y a la igualdad de oportunidades laborales son solo algunas de las demandas fundamentales que las mujeres han reivindicado durante siglos. A pesar de los avances logrados, todavía existen brechas significativas que impiden que las mujeres tengan las mismas oportunidades y derechos que los hombres.
Uno de los principales desafíos es la violencia de género, que sigue afectando a millones de mujeres en todo el mundo. Desde el acoso callejero hasta los feminicidios, la violencia contra las mujeres es una realidad alarmante que requiere acciones urgentes por parte de los gobiernos, las instituciones y la sociedad en su conjunto. No es suficiente con leyes que protejan a las mujeres si no se aplican de manera efectiva y si no se trabaja en la prevención a través de la educación y la sensibilización.
A pesar de la violencia y los intentos de frenar la movilización, las mujeres continuaron con sus consignas, exigiendo justicia por las víctimas de feminicidio, equidad laboral, acceso a derechos básicos y el fin de la impunidad. La resistencia y determinación del movimiento feminista dejaron en claro que, a pesar de los obstáculos, la lucha por la igualdad y el respeto a los derechos humanos sigue vigente.
Tenencia de la tierra
En la medida en que haya seguridad en la tenencia de la tierra habrá más inversiones, pues se contará con un marco legal adecuado y se podrá contar con suficiente suelo en cada ciudad para el desarrollo ordenado de todas ellas. Lo anterior permitirá desterrar la especulación del suelo y se podrán satisfacer las necesidades de vivienda, equipamiento urbano y fomentar el desarrollo regional que permita elevar las condiciones de bienestar de la población.
Ante tal situación, es necesario incorporar procedimientos ágiles para regularizar la tierra social que se encuentra en las zonas urbanas y que pueda ser destinada al desarrollo urbano y vivienda. Emprender las acciones para reformar la Ley Agraria, la Ley General de Asentamientos Humanos y su normatividad, ya que las principales ciudades de Oaxaca presenten un crecimiento desordenado que ocasiona cambios en el uso de suelo, afectan negativamente el desarrollo local, inciden al mismo tiempo en los índices de competitividad.
Oaxaca tiene una superficie total de 9.5 millones de hectáreas, poco más de 75 por ciento son propiedad social, es decir, pertenecen a comunidades, ejidos y colonias agrícolas. Aunado a ello, la marginación es un elemento que influye significativamente en el tema de vivienda, pues deriva de la combinación de una enorme dispersión poblacional en una superficie que es en 70 por ciento montañosa.
Lo cual implica gran dificultad para hacer llegar la infraestructura social y productiva a las localidades, así como el encarecimiento de los bienes y servicios, resaltó. Asimismo, urge redoblar la atención a los centros urbanos de menor dimensión que presentan obstáculos para una urbanización ordenada debido a la accidentada orografía y a la carencia de infraestructura y servicios.
Los asentamientos espontáneos, marginales, descontrolados o informales son formas de hábitats precarios establecidos en su mayoría en zonas urbanas, creados por un sector de la población sin los permisos de los organismos competentes.