En estos momentos de transformación de la política de gobierno, en nuestro país, la historia parece repetirse cuando la Presidenta Claudia Sheinbaum llevó a cabo una reunión similar a las que implementaba el presidente López Portillo en las que se hacía énfasis en que se reunía la República, a la que asistían gobernadores, presidentes municipales, legisladores, organizaciones empresariales y en general la clase dominante en lo económico y político.
La Presidenta desde luego convocó, según la nota difundida, a empresarios, gobernadores, representantes de los pueblos originarios de todo el país, como nuevo ingrediente; legisladores e integrantes de su gabinete, para dar a conocer el “Plan México. Fortaleciendo la economía y el bienestar”, en el Museo Nacional de Antropología, que relaciona con el empleo, salarios, producción nacional entre otros.
Combina la presidenta el brazo político e impulsa dos ejes vinculados.
Lo que es la política externa hacia Estados Unidos con una reunión de simpatizantes o conducidos en el zócalo de la Ciudad de México, en cuyo acto, exaltó los valores de la política exterior de México, soberanía tanto interna como externa y rechazando toda intervención armada o no de dicho país, como advertencia o medida disuasiva, frente al discurso del presidente Trump.
El otro eje es el político económico integrado por los sectores que asistieron al evento del Plan México que conserva la palabra soberanía, pero con atenuantes que le sirven para tratar de demostrar que tanto el primer eje, como el segundo son la estrategia adecuada para el bienestar de los mexicanos en lo interno.
La Presidenta detalló en la reunión en qué consiste el Plan México como instrumento que tiene como objetivo fortalecer el mercado interno y el salario; aumentar la soberanía alimentaria y energética; incrementar la producción nacional; disminuir importaciones de países con los que no se tiene tratado y fortalecer los Programas para el Bienestar.
Afirmó que, todas las mexicanas y mexicanos tengan la certeza, como lo hemos hecho hasta ahora, que haré todo lo que esté en mi mente, mi corazón y mis manos para estar a la altura del pueblo de México. Tenemos valores en nuestro país, honestidad, autoridad moral y la convicción de que como México no hay dos, y juntos y juntas haremos el mejor México posible.
Un comparativo del mensaje de la presidenta, con el de López Portillo en las reuniones de la República, permite establecer que la forma cambia, pero se sigue el mismo cartabón de los anteriores gobiernos hegemónicos priistas, como el Pacto por México de Peña Nieto, con la única diferencia que en el actual gobierno no se hace partícipe a uno de los poderes el Judicial Federal, por razones obvias, está siendo desmantelado por el propio sistema federal.
Esto lo afirmo tomando en consideración que las palabras y frases grandilocuentes cambian, sin embargo, se conserva substancialmente el contenido del mensaje, para ensalzar la soberanía y en paralelo festinar, enaltecer y tornar como verdad que las decisiones tomadas en ese sentido, como respuesta al nuevo modelo económico y comercial que imponen los Estados Unidos, el tema de los aranceles y sus aspectos negativos han sido superados por la táctica del Gobierno de la Presidenta, de manera positiva mediante las medidas implementada en dicho plan. Ahora se hace referencias al Buen trato con el Gobierno de Trump.
Como referencia que corrobora esta hipótesis, citaré algunos conceptos vertidos por el entonces presidente López Portillo en una línea de acercamiento a Cuba y Fidel Castro, para amagar a los Estados Unidos y, por la otra se afirma que colaboraba con la CIA, desde antes de ser titular del ejecutivo en México.
Enfatizaba López Portillo en las reuniones de la República que llevaba a cabo el cinco de febrero, en que se promulgó la Constitución, que defendería el peso “como un perro”; agregó en otra que, el problema actual de México, es de financiamiento, de liquidez de una economía substancialmente sana y potencialmente poderosa; que a los mexicanos corresponde decir qué vamos a hacer en los próximos meses, adecuando el sistema flexible de planeación que tenemos constituido. Un buen plan lo es, si tiene flexibilidad adaptativa, y lo que podemos hacer, está ya -aquí se ha dado cuenta de ello- en marcha.
Resaltaba que se tenían que mantener los grandes objetivos y metas del Plan Global de Desarrollo, hoy se llama Plan México, para entrar a la glosa del presupuesto; respetar, en sus términos, el presupuesto aprobado y exhortaba a sus colaboradores y con respecto a la soberanía de los señores Gobernadores, para que ajustemos a lo indispensable el ejercicio presupuestal del gasto público; pidió seguir combatiendo la corrupción que propicia este último año. y reafirmemos, concluía el derecho a tomar nuestras decisiones en materia monetaria, así como la soberanía.
Como se puede observar en ambos mensajes se mantiene la misma el mismo objetivo, hacer patente el poder presidencia, lo acertado de sus decisiones y planes ahora para el bienestar antes para el desarrollo, la soberanía nacional, los intereses extranjeros, y en específico de los Estados Unidos.
El pacto por México del expresidente Peña Nieto, es similar, aunque las palabras cambien, en general se estableció como un acuerdo político, económico y social para impulsar el crecimiento, construir una sociedad de derechos, eliminar prácticas clientelares y disminuir la pobreza y la desigualdad social.
Las tres estrategias presidenciales son, en palabras, substancialmente lo mismo, de lo que hemos oído, son solo la expresión formal de un mensaje que, repetido se vuelve verdad para los mexicanos en cada sexenio. La realidad demuestra que de una gran mayoría de los gobiernos lo que han dejado son, promesas, falta de servicios, de salud, de seguridad, educación y riesgo de una caída económica que solo el tiempo, disipará; mientras subsistirá la desigualdad de trato en todos sus aspectos, unos más favorecidos otros seguirán siendo castigados.