México ¿Municipio pueblerino?
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México ¿Municipio pueblerino?

 


Es el año 2022, el mundo vive en el culmen de la tecnología, de las ciencias y de avances imparables. El genoma humano contiene información codificada de nuestro ADN; la medicina y el instrumental quirúrgico parecieran de ciencia ficción; la exploración espacial es dominada por potencias que no escatiman gastos en investigación; la industria automotriz va transitando de los combustibles fósiles al uso de electricidad; el comercio mundial es la base de la globalización y quienes no se integren a ella van quedando en el más atroz de los retrocesos; la cibernética y la informática son los instrumentales para las comunicaciones, los negocios y la veloz transformación de las relaciones humanas. Es una cadena sin fin de innovaciones en todos los ámbitos, que van al ritmo de la movilidad social y humana. México es actualmente ajeno a todo ello: el régimen gubernamental detesta avances y modernidad.

China vivía hace 40 años en dictadura y pobreza, proclamando un marxismo obsoleto, pero la sabiduría milenaria de oriente despertó a velocidad de la luz y hoy en día, dejando atrás los resabios y adjetivos, es la segunda potencia mundial y sede de los más grandes logros en la técnica y la productividad. Vietnam vivió una cruenta guerra que lo dejó en la pobreza y el atraso hace sólo 50 años: hoy es ya una de las economías más pujantes de Asia, gracias a su incorporación a la modernidad. La India, que hace 75 años era una colonia británica empobrecida, es hoy una potencia nuclear y comparte con el mundo industria y ciencia.

México era más rico que China y Vietnam hace 40 años. Hoy yace en vergonzosa retaguardia. El premier chino Xi-Jiping proclamó: “riqueza para todos”; en México el presidente proclama “pobreza franciscana”. Esa es la diferencia.

Cuba protagonizó una revolución que parecía la esperanza de los pueblos pobres de América Latina y el Tercer Mundo, pero ha mostrado el fracaso de una prédica comunistoide fundada en la tiranía, con el resultado de que es hoy uno de los países más pobres del continente. Mismo caso de Nicaragua y no se diga de Venezuela, que han seguido esa burda “doctrina” del “Socialismo del Siglo XXI”.

La dirigencia política de México admira a esos regímenes y parece aspirar a igualarlos, con las consecuencias desastrosas que ello acarrearía.

México es uno de los 13 países más grandes del mundo en superficie, segunda economía en Latinoamérica, lugar 15º de las economías mundiales, ubicado junto al país más poderoso del mundo; integrante desde 1994, de dos tratados comerciales con Estados Unidos y Canadá, que han empujado hacia arriba su progreso económico, exportador de manufacturas; expulsor de mano de obra productiva que sostiene a cientos de millares de familias. País con un alto potencial agrícola, turístico, minero, industrial, pesquero, entre otras ventajas.

En el Palacio Virreinal buscan cómo romper los compromisos internacionales alegando ridículamente “soberanía”.

Hoy en día, la alta burocracia mexicana, de reconocida ineptitud, se empeña en situarnos en esquemas productivos arcaicos, sueña en una economía cerrada de autoconsumo, supone que dirigir un enorme país es como un pueblecito; el gabinete actual es como un concejo municipal de cabildo pueblerino. En el mando gubernamental no se perdona la inteligencia y se desprecia la educación superior universitaria. Las innovaciones científicas y técnicas son ignoradas y despreciadas. Está claro que la corrupción no se exceptúa en la dirigencia.

Nuestro gran país está sometido a criterios retrógradas, a la pobreza educativa, se desdeña la superación y supone que las finanzas públicas y el presupuesto federal se resuelven con tómbolas y rifas mentirosas ¡ni en kermesse! La política mexicana se ameniza hoy con música grupera y tamales de chipilín. El gobierno suspira por el uso de carbón y petróleo, ignora que hay energías limpias.

Responsabilidad ciudadana es que en 2024 se reflexione en el momento de emitir el voto. No aspiramos a la recurrencia del populismo.


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