Eran tres de Oaxaca
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Opinión

Hoja por hoja

Eran tres de Oaxaca

 


Llegó a Oaxaca y se topaba con dos grandes tareas: construir escuelas y formar arquitectos, como él. Proyectó, diseñó y construyó aulas y hogares que han quedado como testimonio inmarcesible de sueños hechos realidad. Se fue y regresó para nuevas tareas y deberes, esta vez para promover turismo y cultura, hacer de todo el estado y de la Verde Antequera, uno de los sitios más visitados del mundo. Su incansable espíritu de innovación y sentido estético, revitalizaba nuestros antiguos y valiosos inmuebles que el Virreinato nos legó. Era Martín Ruiz Camino y en honra de su apellido materno, trazó caminos y al igual que sus obras materiales, sus más grandes construcciones y caminos fueron la amistad, el amor por Oaxaca, los lazos de afecto, su creatividad, su fértil imaginación, su bonhomía y todo ese elenco de cualidades y virtudes que ornamentaba su persona e hicieron de él un ser querido, apreciado, admirado y hoy añorado. Martín Ruiz Camino regresa a Oaxaca, a sus lares amados de la Sierra donde reposará para siempre, en esa tierra que lo inspiró y en esa gente que lo ha querido y que mantendrá viva su memoria y los valores que nos heredó. ¡Gracias Martín!, gracias “Billy Martin” como yo siempre te llamé. Martín se fue hace cuatro días, el 29 de junio, día grande, día de San Pedro que le abrirá con sus llaves las puertas del paraíso. Quedas en el corazón agradecido de Oaxaca y enriqueces la lista de nuestros benefactores, de quienes como tú, han hecho brillante a este pequeño mundo al que entregaste esfuerzos, nobleza, dedicación y amor. Siempre tu amigo, Miguel Herrera López.

Se fue de este mundo el 30 de junio de 1959. Hace tres días recordamos 63 años de esa partida. Se fue de Oaxaca a los dos años de edad; fue un niño de frontera norte; luego estudiante en el Sur, Campeche, para desembocar en la capital del país, la gran México y su Escuela Nacional de Jurisprudencia, de donde egresó abogado pero con una brillante mente filosófica y política. Con él se topo Madero y lo invitó a hacer la Revolución, a la cual puso lema: “Sufragio efectivo y no reelección”. Intensa carrera política rematada, al final del conflicto, con la más grande tarea que haya tenido en su momento mexicano alguno: Rector de la Universidad Nacional, que dio luz a la Secretaría de Educación Pública, su gigante creación que fue modelo inspirador de México y del continente. Diferencias políticas con el caudillo lo separan del cargo y corre una aventura electoral en su natal Oaxaca, la que conoció ya mayor de edad y le impresionó y satisfizo su cuna de nacimiento. El exilio era parte de su hado, del cual regresó en 1929 para su gran campaña presidencial, obstruida por el oficialismo callista y el despojo electoral. José Vasconcelos nos legó enseñanzas que hoy más que nunca debemos revivir los mexicanos, que vivimos en la turbulencia y la ignorancia de un gobierno demagogo e incapaz. Escribió en sus memorias: “un pueblo que no sabe sacudirse un yugo, termina por venerarlo”. Tenía una auténtica vocación democrática y siempre combatió la corrupción gubernamental, el culto a presidentes y denunciaba constantemente en sus libros y artículos la deshonra que a México le causaban (y siguen causando) los políticos en el poder, por eso también estampó: “narrar la iniquidad es ya una manera de combatirlo”. Imitemos al Maestro de América: Vasconcelos, la mente más portentosa que ha dado México.

Ayer, 2 de julio, se cumplieron 107 años de la muerte, en París, del militar más grande de México: Porfirio Díaz, el comandante del Ejército de Oriente, oaxaqueño puro, que venció en el 5 de mayo de 1862 y recuperó Puebla el 2 de abril de 1867. Trece años en campaña guerrera que le fueron reconocidos por el pueblo de México con la presidencia de la República, a la que honró y dio prestigio a México. Es ya sabido que intereses de Estados Unidos le organizaron una revolución que lo hizo renunciar y partir a un exilio honroso. Después de 1911, ningún mando militar tiene, ni de lejos, las hazañas del Soldado de la Patria.


aa

 

Relacionadas: